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miércoles, mayo 1, 2024

Angustia del octavo mes: por qué se da y qué debe hacer

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SALUD. La angustia del octavo mes es una etapa del desarrollo del bebé que se caracteriza por un cambio en la conducta socioafectiva del pequeño. Quiere estar todo el tiempo en brazos de la madre y se muestra ansioso cuando está en presencia de extraños.

En esta etapa, el bebé se da cuenta de que su madre y él son dos personas diferentes. También, identifica el contraste entre las personas que le resultan familiares y las que no. La angustia del octavo mes es una respuesta a esa autonomía y esa conciencia incipientes.

Aunque a esta fase se le conoce como «angustia del octavo mes», en realidad puede aparecer antes o después. Por lo general, se da entre los 6 y los 10 meses, y es una etapa en la que el bebé necesita que se le brinde confianza, amor y seguridad.

Asimismo, la angustia del octavo mes constituye una evidencia de que la memoria del bebé está más desarrollada. Recuerda mejor a las personas que ve con frecuencia y las distingue de aquellas con las que no ha tenido contacto.

¿Cómo se manifiesta?

No es posible saber con exactitud lo que pasa por la cabeza del bebé en estos momentos. El pequeño se da cuenta de que depende mucho de su madre y que, a la vez, ella es una persona independiente. A partir de esto, surge el miedo a que ella lo abandone.

La madre se vuelve fundamental en sus preferencias de contacto. Es usual que el bebé comience a comportarse más distante con otros familiares, como los abuelos o los tíos. También, es muy común que sienta desde aprehensión hasta terror hacia los extraños.

Angustia del octavo mes
Tu hijo ha comprendido que tú no formas parte de él y esto le genera una enorme angustia.

Esto se traduce en comportamientos como los siguientes:

  • Sigue a la madre con la mirada, en donde quiera que ella esté.
  • Se siente inquieto cuando la madre desaparece de su vista e, incluso, llora.
  • Quiere que la madre lo tenga entre sus brazos todo el tiempo.
  • En general, hay más sensibilidad y el llanto es más frecuente.
  • Se muestran tímidos con los extraños. Bajan la mirada o se tapan la cara con las manos.
  • A veces, hay un rechazo absoluto hacia los extraños. Gritan y lloran cuando personas desconocidas se les aproximan.
  • Rechazan el hecho de que los carguen otras personas diferentes a la madre.
  • Se despiertan más veces en la noche para corroborar que la mamá está cerca.

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¿Cómo abordar la angustia del octavo mes?

Es claro que la angustia del octavo mes puede ser muy agobiante para la madre. Ella se siente demandada por su bebé todo el tiempo y podría experimentar esto con tensión emocional y fatiga. Lo más importante es comprender que se trata de una situación temporal y que forma parte del desarrollo normal del pequeño.

El bebé necesita apoyo y afecto en esta etapa. Si no es fácil para la madre, tampoco para él. No se está convirtiendo en «un mimado», ni quiere manipular a los adultos. Solo siente una ansiedad muy profunda y la expresa a través de ese apego extremo y del rechazo por las personas que no conoce.

Angustia del octavo mes
La angustia del octavo mes resulta agotadora para las madres, pero es vital para el desarrollo del bebé.

Los siguientes son algunos consejos para sobrellevar esta etapa:

  • Enseñarle jugando. Los juegos de «aparecer y desaparecer» son muy adecuados. Por ejemplo, taparse la cara y luego descubrírsela.
  • La voz. Si la madre sale de la habitación, lo más indicado es que siga hablando. A través de la voz, el bebé entenderá que sigue allí.
  • Objeto transicional. Una manta o un juguete suelen convertirse en una especie de sustituto que calma al niño cuando la madre no está.
  • El bebé no va a entenderlo todo, pero es importante explicarle que mamá va a salir y, luego, volverá. También, despedirse de él y no salir a escondidas.
  • Ritual de despedida y de llegada. Un breve ritual de despedida y otro de llegada le ayudará al bebé a entender la dinámica de ir y volver.
  • No obligarlo a que acepte a otras personas. Ni el bebé se está tornando insociable, ni importa lo simpáticas o amorosas que puedan ser las personas extrañas. Si él no quiere estar en brazos de esas personas, no hay que presionarlo.

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