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martes, julio 16, 2024

Trancazo a la harina: La dura disyuntiva de las vendedoras de baleadas

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SAN PEDRO SULA.- Mientras la industria harinera sube los precios al quintal de harina sin contemplaciones, las vendedoras de baleadas de esta ciudad se enfrentan a una dura disyuntiva: mantener los precios asumiendo el trancazo y reduciendo sus ganancias o ajustarlos con el riesgo de perder sus clientes.

“Nos habían subido 40 lempiras al precio del quintal a finales del año pasado, ayer vino el vendedor y me dijo que a partir de esta semana costaba 100 lempiras más; en resumidas cuentas lo estamos pagando (el quintal) a 900 lempiras”, contó este martes doña Marina Sierra, una vendedora de baleadas del barrio Barandillas, que usa productos de Molino Harinero Sula.

Esa circunstancia pone a doña Marina en una encrucijada. Lo lógico, dice, sería trasladar el aumento al precio de sus baleadas. Así, el trancazo, como siempre, lo terminarían pagando los consumidores finales.

“En ocasiones, con aumentos al precio de la harina o de otros productos, es lo que hemos hecho, pasar el incremento a nuestros clientes”, expuso.

Pero doña Marina reveló que la cosa no es tan sencilla como podría ser. “Las ventas han estado muy malas en los últimos meses, si yo le subo al precio de las baleadas, corro el riesgo de que se me vayan los clientes”, reflexionó.

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“Si subo los precios la fregada soy yo”

En su negocio, organizado sobre la acera de una casa que renta en este populoso barrio sampedrano, consumen 25 libras de harina diarias. De esa cantidad, reveló, salen las baleadas de los clientes que consumen sus desayunos.

Esa cantidad de harina diaria para atender la demanda, ha venido descendiendo, reportó. Ella sospecha que se trata de las condiciones económicas del país y de sus habitantes. Algunos de sus clientes o consumen menos o han desaparecido, dijo.

baleadas
Las vendedoras de baleadas aseguran que se ha visto una disminución en la venta de su producto.

Por eso es que piensa antes de ir por la vía más fácil. “Si yo subo los precios la fregada soy yo, los clientes o dejan de consumir o se van a donde encuentren mejores precios”, precisó.

A pocos días de haber recibido el trancazo en una de sus materias primas, todavía doña Marina no decide qué hacer. Lo más seguro, consideró, es que terminará dejando que sea su bolsillo pague un precio que bien lo podría asumir la industria, que es el eslabón más fuerte de esta cadena, aseguró.

Su análisis de la realidad en la que la coloca esta subida de precios que le aplicó su proveedor, Molino Harinero Sula, es aún más profundo. Doña Marina dijo que con tanto aumento no puede ni siquiera emplear a más personas, como quisiera.

Con su pequeño negocio, refirió que ella genera cuatro puestos de trabajo. Son cuatro mujeres que ganan aproximadamente 7 mil lempiras al mes. “Cuando las ventas bajan, he pensado en reducir el número de empleados”, pero hago todo lo posible por mantenerlos, señaló.

Industria concentrada, lo domina Molino Harinero Sula   

Lo cierto es que el consumidor hondureño tiene pocas esperanzas de encontrar estabilidad en los precios de los productos derivados de la harina de trigo.

Esto es así porque que este sector es uno de los que presenta uno de los más altos grados de concentración, siendo Molino Harinero de Sula, propiedad de la familia Goldstein, la empresa que más ejerce ese dominio.

Así lo refleja el “Estudio Sectorial sobre el Mercado de Harinas de Honduras”, realizado por la Comisión para la Defensa de la Promoción de la Competencia (CDPC).

Los panaderos advirtieron hace semanas de un nuevo trancazo a los precios por parte de los harineros. El aumento se dio, según lo ha contado la vendedora de baladas.

De hecho, panaderos consultados para el estudio de la CDPC afirmaron que la empresa Molino Harinero Sula, propiedad de la familia Goldstein, “fija el precio del mercado” de las harinas de trigo y “obtiene cierto control sobre el mismo”.

 Aumento a la harina
La empresa Molino Harinero Sula.

Las asociaciones defensoras de consumidores que dicen que la industria ya había aplicado dos trancazos en 2021. Uno de esos trancazos lo confirmó doña Marina, vendedora de baleadas del barrio Barandillas.

“A saber qué va a comer la gente”: otra vendedora  

Estos groseros y reiterados aumentos tienen un efecto en los precios de todos los productos derivados como el pan, básico en la dieta del hondureño.

Así lo confirma dijo otra vendedora de baleadas de la ciudad, a quien también el aumento le ha golpeado y colocado en la misma disyuntiva que doña Marina.

Estela Hernández dice que cada día el negocio se hace más pesado, pues los trancazos vienen la industria harinera, las mantecas, la industria avícola y otra que suministra la materia prima para este producto.

“A saber qué va a comer la gente. La baleada es un alimento barato, pero así como nos llevan quién sabe a dónde termine esto”, señaló.


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