Redacción. «Lo que no servía para otros, para mí era una riqueza» son las palabras con las que el periodista hondureño, Marbin López, define los cientos de obstáculos que tuvo que enfrentar para poder estudiar y obtener su título en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).
Marbin Joel López Maldonado, con «b» de bueno, como él mismo lo recalca, se ha vuelto viral luego de las últimas graduaciones en la máxima casa de estudios. Y esto, por demostrar que gracias a la recolección de basura logró cumplir uno de sus más grandes sueños: ser periodista.
Proveniente de tierra adentro, exactamente de una familia humilde del municipio de Lepaterique, Francisco Morazán, el joven relató a Diario Tiempo como fue su proceso para salir adelante y hacer sentir orgullosos a sus padres. En la actualidad labora para un medio de comunicación escrito de la capital.
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Entrevista
¿De dónde es originario Marbin López?
Soy originario de aldea El Espino, Lepaterique, Francisco Morazán.
¿Cómo fue su infancia en tierra adentro y las dificultades para estudiar?
Bueno, la infancia en el campo es muy diferente a la de la ciudad, porque cuando uno ya tiene una cierta capacidad de trabajar cuando es niño, los padres lo involucran a uno en este mundo del trabajo, principalmente en la agricultura. Me dediqué a sembrar maíz, frijoles y otros granos.
Mis padres no saben ni leer ni escribir. Mi infancia fue del trabajo a la escuela. La primaria la cursé en la misma aldea, donde en la mañana iba a la escuela y por la tarde me tocaba ir a dejarle comida a mis padres al campo y de paso me quedaba trabajando con ellos.
También sembrábamos maicillo y en tiempo de cosecha -principalmente- yo era el responsable de cuidar de los pájaros porque como no tiene protección, hay que cuidarlo durante el día, porque se lo comen. Eso fue algo de todos los años, así logre pasar mi escuela.
¿Cómo nace el llamado al periodismo en Marbin?
En la aldea no hay energía eléctrica y la única fuente de información era a través de la radio. En esa vida cotidiana de cuidar la milpa, de sembrar, de estar con mis papás trabajando, caminaba la radio para escuchar las diferentes emisoras y fue así como me fui metiendo a este mundo del periodismo.
Se puede decir que ya venían esos indicios del periodismo. Me gustaba escuchar principalmente los programas informativos que daban en ese lugar.
Escuchando la radio, yendo a la escuela y después uno de mis tíos se vino a Tegucigalpa a trabajar de vigilante. En ese momento tenía más acceso a los periódicos y no eran los del día a día, sino que las personas para que trabajaba le regalaban esos periódicos.
Entonces él recogía esos periódicos y se los mandaba a mi abuela. Cuando aprendí a leer como en el tercer grado, yo iba a donde mi abuela principalmente a eso, para leer los diferentes diarios y revistas que mandaba mi tío.
Y lo hacía por la noche, porque en la mañana me tocaba ir a la escuela y en la tarde trabajaba y a veces me tocaba ir a donde mi abuela tipo 6:00 de la tarde y empezaba a leer los diferentes periódicos.
Así fue como poco a poco me fui introduciendo en este mundo de la lectura. En tercer grado iba comprendiendo que leer es importante, porque me iba despertando la curiosidad de lo que decían los políticos, personalidades y otras personas que vertían sus opiniones.
¿Cómo se fue dando la gana de seguir estudiando?
Después de la escuela, entré al colegio (Lepaterique) y allí me encontré con buenos maestros que me inculcaban muy bien la lectura. Siempre me decían que leer era bueno y que leer habría las puertas del conocimiento.
Y como ya venía con esa tradición de la lectura de los periódicos, cuando entré al colegio mi principal pasatiempo fue ese. Por ejemplo, en los recreos me quedaba leyendo.
También me encontré un maestro y lo quisiera ubicar. Es del departamento de Cortés y nos decía siempre que teníamos que leer de todo. Todo tipo de libros, revistas, cuadernos y todo lo que tenga letras para desarrollar el hábito tan importante.
Todas esas palabras a mí me fueron induciendo y pasé mi secundaria, y tenía que venir a la universidad, pero no tenía todas las esperanzas porque mi familia es de escasos recursos económicos y entrar a la universidad implica gastos.
Con todo lo que enfrentó en su pueblo, ¿cómo llega a Tegucigalpa?
Como yo tengo a mi tío en Tegucigalpa, me vine para donde él. Uno cuando está en el campo cree que la vida de la ciudad es distinta o que es fácil, pero está totalmente engañado.
Me encontré con la dificultad económica. No encontraba trabajo, no tenía algún ingreso de dinero porque no había trabajo estable. Entonces la opción que me quedó es que uno de mis primos recoge basura en las colonias y luego la va a depositar a los contenedores.
Él me dijo: «Si querés trabajar conmigo, no hay ningún problema». Y así fue, agarré una carreta y otra él, y empecé a trabajar.
Y fue en esa labor de la recolección de basura donde me empecé a encontrar con cuadernos, libros, y otro tipo de reciclaje como los botes y las latas. Estas últimas las vendía, pero los cuadernos que se podían usar solo les arrancaba las páginas que estaban llenas y yo con eso estudiaba.
Con el poco dinero que él me daba (primo) por recolectar basura, lo utilizaba para ir a la universidad y así conseguía mis pasajes. Muchas veces me tocó ir a pie a la universidad, porque esta cuestión de la recolección no es que deja una buena ganancia.
¿Cómo fue enfrentar la rutina de recolectar basura y luego ir a la universidad?
Mi rutina era ir a recolectar basura en la mañana e ir a la universidad en la tarde, precisamente por eso saqué la mayoría de las clases en la jornada de la tarde-noche. La mayoría de mis compañeros fueron de ese horario.
A veces, me tocaba también ayudarle a mi tío a vigilar carros en la noche, porque yo también trabajé de vigilante.
Con este sacrificio, ¿cuántos años tardó para cursar la carrera en la UNAH?
Entré a la universidad en 2016 (21 de enero), el mero día que cumplo años fue mi primer día en la universidad. Estuve varios años, y ahorita en marzo de 2024 recibí mi título como licenciado en Periodismo.
¿Cuándo se dedicó al reciclaje, que comentarios recibió de parte de sus compañeros de aulas?
Mis compañeros de una de mis clases de la universidad, creo que de fotografía que da la licenciada Alina Donaire, me hicieron un reportaje en 2019. Hasta ese momento se dieron cuenta de cuáles eran mis actividades diarias. Ellos para que, se portaron muy bien conmigo.
En este rubro del reciclaje, uno se enfrenta a muchas cosas: enfermedades e incluso a discriminación, porque si lo ven a uno con basura o malos olores, pueden llegar a discriminarlo por el trabajo que se está haciendo.
Pero yo estaba consciente que, aparte de que trabajaba en eso, también ayudaba al medio ambiente a través de recuperar libros y cuadernos.
Algunas dificultades en el alma máter
Entre las dificultades que pasé es que hay licenciados que piden libros nuevos en la universidad, entonces comprarlos se me hacía difícil. Siempre presentaba libros de segunda mano.
Yo nunca utilicé cuadernos nuevos en la universidad, todos los cuadernos y libros que yo utilicé los encontré en la basura, los lápices los encontré en la basura. Para mí fue un mundo de conocimiento, como dice una frase: «Lo que no servía para otros, para mí era una riqueza».
Y como ya lo decía, yo buscaba entre la basura muchos libros, como cuando un minero busca oro entre las montañas.
¿Cuál fue el sentimiento de ver que personas se deshacían de libros en buen estado?
En la basura encontré un mundo de literatura, de escritores importantes y que creo que estos libros no deberían estar allí, sino más bien en las bibliotecas de Honduras, en cualquier centro de enseñanza o que estén sirviendo a otros niños que así como yo sufren para poder encontrar el conocimiento.
Los lectores de Honduras deberían de ser consientes que cuando compran un libro, tienen ese privilegio, ya sea clásico o que le pueda servir a otras personas, antes de botarlo, es mejor donarlo a los diferentes centros educativos educativos o alguna biblioteca donde puedan servir a la cultura hondureña.
¿Qué ha significado para Marbin hoy que es profesional, todos estos años de lucha, entrega y dedicación?
Para mí es una meta que encierra todos los sueños, aquellas lágrimas, tristezas que uno pasa y que interactúa con uno mismo, y que tal vez en algún momento de la vida hubo cierra desesperanza, pero al final se logra.
Este sueño cumplido para mí significa mucho, es un recorrido de alti-bajos que al final es un triunfo a la guerra, un triunfo muy importante para mí, para mi familia y ahora que lo logré pienso que va más allá porque gracias a los medios de comunicación, muchas personas tuvieron la oportunidad de conocer un trozo de mi historia.
Y es bonito cuando muchas personas agarran ese ejemplo de manera positiva y llegan todos esos mensajes de ánimo Y felicitaciones de esos hondureños que tal vez están en la misma situación, con diferente historia.
También debo dar gracias a todos los hondureños que me felicitaron, y no solo en Honduras porque esta información llegó a muchos ciudadanos de Latinoamérica.
Y es por ello que dedicó esta meta, este título, a todos los niños de Honduras que están pasando por la situación que yo pasé y decirles que hay esperanzas, y que al final de la carrera siempre se logra ganar la batalla.
¿Cómo fue el momento de subir a recibir el título con un letrero a favor de la educación en sus manos?
Ese fue un día de sentimientos encontrados , de aquello entre la alegría, pero al mismo tiempo una crítica al sistema, porque yo creo que la educación no debe ser un privilegio, yo deseo que otros niños no pasen la situación que me tocó pasar a mí para poder lograr un título.
Lo que quisiera es que la educación y el sistema sea para todos, que todos logremos ese sueño sin tanto sacrificio como lo estuve haciendo. Ese fue un logro, un privilegio, pero tuve que hacer una crítica al sistema.
¿Cómo se siente de poder gozar de un empleo estable en un medio de comunicación?
Me siento muy contento porque creo que un país donde hay mucha dificultades para encontrar un trabajo, después de haber logrado un título, es también un privilegio y por eso me siento muy feliz y agradecido con la empresa, y con mis colegas que vieron en mí algo que pudiera servir al país y en el periodismo.
Y encontrar trabajo en un país donde hay más profesionales, pero las oportunidades son escasas, es difícil, por eso me llena de orgullo.
El miedo es uno de los sentimientos más fuertes del ser humano y es normal, pero hay que enfrentarlo y tener esa valentía. Cuando ya estaba en grados superiores habían unos cuadernos de tareas que decían: «querer es poder», esos tipos de frases a mi me llenaban de esperanza.
No importa donde estemos, el país, porque cuando un ser humano se propone una meta, esta claro que la va lograr.
Marbin se define como un apasionado por la literatura, además un amante eterno de la lectura y deja en evidencia que cuando un hondureño se propone una meta y lucha por ella, la obtiene.