TEGUCIGALPA, HONDURAS. Wilson Berríos abordó la mañana de este jueves una aeronave que lo llevará hacia Boston, Massachussets, en búsqueda de una reconstrucción facial.
Berríos comenzó, desde muy temprano, su camino en esta nueva travesía. Próximo a las cinco de la mañana, el joven fue llevado desde la Fundación de Atención a Niños Quemados (Fundaniquem) hacia el aeropuerto Toncontín. Su trayecto lo realizó dentro de una ambulancia de la Cruz Verde.
Berríos se despidió de su patria temporalmente, pero acuerpado de familiares y amigos. Sus seres queridos se hicieron presentes en Toncontín portando camisetas que muestran una leyenda con una alentadora esperanza: «Volveremos a sonreír juntos«.
El vuelo que lleva al joven partió desde el hangar presidencial en la Base Aérea Coronel Hernán Acosta Mejía. El avión utilizado es uno de la Fuerza Aérea Hondureña.
«Es un día de gloria y de júbilo para nosotros», expresó la periodista Karen Sauceda, madre del muchacho.
A su vez, Sauceda aprovechó el momento para agradecer al personal del Hospital Escuela Universitario (HEU) y FUNDANIQUEM por la ayuda que brindaron a su hijo mientras se trató en Honduras.
Wilson fue atacado el 11 de diciembre por desconocidos; le lanzaron un artefacto tipo cebolla que le dejó severos daños en su rostro, mientras él trabajaba en la Villa Navideña de la Plaza Solidaridad de Choluteca.
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Berríos no estará solo
Su padre Wilson Berríos ha acompañado a su hijo en todo su proceso de recuperación y seguirá.
En esta ocasión, emprendió el viaje junto a su vástago hacia Estados Unidos, donde los procedimientos tomarían, según análisis preliminares, entre cuatro y seis meses; no obstante, será el médico estadounidense encargado de su caso quien decidirá.
Además de su progenitor, acompañan al joven dos representantes de FUNDANIQUEM: el doctor Omar Mejía, director de la organización y Grace Zablah, relacionadora pública.
Dr. Sheridan: Una mano solidaria, pero muy experimentada
Wilson Berríos padre, mencionó en las últimas semanas que estaba en constante comunicación con un médico estadounidense que tuvo conocimiento del caso de su hijo y tenía toda la disposición de ayudarlo.
Su nombre es Robert L. Sheridan, es un médico cirujano y es destacado en el país de las barras y las estrellas por su implacable trabajo.
Actualmente, Sheridan se desempeña en dos hospitales: es el jefe de personal interino y director médico del servicio de quemados en el Hospital Shriner´s para niños, y también, labora en la división de quemaduras del Hospital General de Massachusetts.
Además de contar con muchos años de experiencia en su rubro, es un catedrático de la escuela médica de la Universidad de Harvard; ha publicado más de 250 artículos médico-científicos y está trabajando en proyectos de investigación.
Incluso, el galeno ha sido nominado a varios premios en su país y ha recibido distinciones por sus despliegues humanitarios.
