REDACCIÓN. No solo los adultos han tenido problemas de sueño durante el confinamiento, ya que las pesadillas y los sueños extraños han sido recurrentes para personas de todas las edades.
Incluso los niños y niñas también se han podido ver afectados durante el confinamiento. Y puede que mientras volvemos a la normalidad sigamos teniendo estos problemas. ¿A qué se debe? ¿Qué podemos hacer ante las pesadillas y los terrores nocturnos?
En general, tanto para niños como para adultos, el confinamiento ha podido causar las pesadillas debido al estrés al que toda la población se ha podido ver afectada.
Aunque el psicólogo clínico César González-Blanch, del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla (Santander), apunta a que «no es lo normal». «Lo normal es que el confinamiento no suponga un estresor importante ni para los adultos ni para los niños», afirmó.
«Si como consecuencia del confinamiento nos hemos visto expuestos a más estresores, sí que esto puede repercutir en la calidad de sueño y, entre otros aspectos, en las pesadillas y terrores nocturnos», explicó.
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Diferencia entre pesadillas y terrores nocturnos
Las pesadillas y los terrores nocturnos no son lo mismo. Y para poder actuar en consecuencia, hay que conocerlos mejor, manifiestan los expertos.
«No está claro por qué tenemos pesadillas, pero sabemos que son más frecuentes cuando estamos estresados, cansados o preocupados por algo», sostuvo González-Blanch.
Hay varias diferencias entre pesadillas y terrores nocturnos. Generalmente las pesadillas se dan durante la fase MOR (en inglés, REM) y los terrores, en las fases no-REM. Los terrores nocturnos, a diferencia de las pesadillas, son menos comunes, el niño suele gritar y agitarse mucho.
¿Cómo evitarlos?
No hay una receta mágica que haga desaparecer las pesadillas. Al igual que pasa con los terrores nocturnos.
Sin embargo, sabiendo que «ambos fenómenos parecen asociados a la ansiedad, la preocupación y el cansancio excesivo», todo lo que podemos hacer es rebajar todo ese contexto, sobre todo en el caso de los niños, «proporcionar un entorno seguro y calmado ayudará».
Un entorno calmado y seguro incluye «tener buenos hábitos de sueño (dormir a horas regulares y lo suficiente, a la hora de dormir realizar actividades relajantes que induzcan el sueño y evitar el uso de dispositivos electrónicos, que el dormitorio sea silencioso, oscuro, confortable)».
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