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jueves, abril 25, 2024

HOMILÍA: Necesitamos no solo pan, sino «sentido de vida y esperanza»

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TEGUCIGALPA, HONDURAS. Ampararse en el espíritu y en el ejemplo que dejó Jesucristo para evitar tentaciones, fue el mensaje exhortativo que se brindó en la homilía de este domingo.

Esta mañana en la Catedral Metropolitana, el sermón del primer domingo de cuaresma, lo ofició el Padre Juan Carlos Martínez, en representación del arzobispo de Tegucigalpa, Óscar Andrés Rodríguez.

Sus palabras las basó en las sagradas escrituras; específicamente, en el libro de Mateo, capítulo 4, versículos del 1-11.

En el marco del día cinco del cuaresmario, el discurso se enfocó en cómo los cristianos deben tomar el ejemplo del hijo de Dios en este período de purificación e iluminación interna. Para ello, se recordó el tiempo que pasó Jesús en el desierto de Judea. Allí, ayunó cuarenta días y noches, y se abstuvo del mal.

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Primera Tentación: Satisfacción del hambre

El padre Martínez recordó una por una las tentaciones de Satanás a Jesús y cómo respondió Cristo evitando caer en las mismas.

La primera forma en que el diablo intentó persuadir al mesías fue a través de una orden que le quitaría el hambre que sufría en la sequedad del desierto.

«Si eres hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes», citan las escrituras lo dicho por el maligno a Jesús.

¿Qué interpretación se puede hacer de dicha frase imperativa? Esto dice el líder eclesiástico: «El diablo propone que Jesucristo ponga sus fuerzas para satisfacer su hambre, que utilice a Dios en su propio beneficio. No sólo la tentación del consumo y el materialismo, sino que también la de querer manipular a Dios».

Aunque el adversario del bien intentó aludir la necesidad de alimento, Jesús respondió de forma categórica: «No sólo de pan vive el hombre«.

Consiguiente, el padre Martínez concluye de esta primera lección que los seres humanos necesitamos algo más que pan. Eso es «el sentido de la vida y la esperanza que nos hace vivir».

Segunda tentación: Imagen, éxito y triunfo

El siguiente intento fue cuando el diablo llevó al protagonista de la historia al alero del templo. Allí, intentó obligarlo a otra acción.

«Tírate abajo porque está escrito. Ha dado órdenes a sus ángeles acerca de tí y te sostendrán en sus manos para que tu pie no tropiece con la piedra», aseguró Satanás en la historia bíblica.

En base con lo dicho por el padre Martínez, esa es la tentación del triunfalismo y el éxito por encima de todo, además del espectáculo y la ostentación. «Es como si le dijera, gana prestigio para que la gente crea en ti», recalcó.

No obstante, el pasaje revela que Jesús se negó de inmediato, afirmando: «No tentarás al señor, tu Dios«.

El discursante analiza lo siguiente de la respuesta divina: «Es una respuesta llena de sabiduría que corta de manera radical la pretensión de dejarse llevar por el afán del protagonismo y ser importante».

Tercera Tentación: Poder Absoluto

Luego, y por último, llega la tentación más grave. En ese momento, el ángel descarriado llevó al salvador de la humanidad a un monte altísimo. Procedió a mostrarle los reinos del mundo y su gloria.

Entonces, le aseguró: «Todo esto te daré si te postras y me adoras«.

El hijo de Dios, no cayó en la artimaña. Refirió el mandato que sólo al creador del universo se le debe devoción. «Al señor tu Dios adorarás, y sólo a él darás culpa«, aseveró.

Esa tentación final, a criterio del padre, fue «descarada y sin rodeos. La tentación del poder y la ambición. Un deseo político por dominarlo todo», agregó Martínez durante la homilía.

No obstante, ese poder excesivo no ayuda a extender y construir el reino de Dios, sino lo contrario.

El discurso recuerda la parte de la historia cuando, al abandonar la escena el tentador, a Jesús se le acercan los ángeles y le sirven. Eso pone en relieve «la certeza del amor de Dios y su cercanía».

Por tanto el sermón de este día concluye que Jesús sintió, al igual que nosotros, miedo inseguridad y la seducción de poder y prestigio. Sin embargo, optó por el camino de la esperanza, venciendo el mal.

¿Quién podra liberarnos de tantas fragilidades que nos dominan? cuestionó el padre Martínez para finalizar su participación. Y seguido respondió: Podemos resultar victoriosos si nos apoyamos en el señor Jesús y la fuerza de su espíritu«, cerró la homilía.

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