San Pedro Sula, Honduras. Dina Aguilar de Flores es una hondureña que destaca por sus actos de servicio, ya que por años se ha dedicado a cambiar vidas a través de ayudas en zonas de El Merendón.
Ella es fundadora y directora de Misioneros de Esperanza, quienes se dedican a brindar educación, salud y mejoras de vida a zonas de El Merendón.
En una entrevista con Diario TIEMPO, Dina relató el largo camino que ha tenido esta fundación y cómo ha cambiado la vida de muchas personas.
Esta hondureña es originaria de Nueva Armenia, Francisco Morazán, sin embargo, desde hace muchos años reside en San Pedro Sula.
Todo comenzó en el año 2002, cuando viajó a Canadá a una Jornada Mundial de la Juventud de la Iglesia católica y ese viaje fomentó el deseo de servir a los hondureños.
Dato: Fundación Misioneros de Esperanza cumple 20 años de asistir las aldeas de El Merendón
«Fue así como un grupo de jóvenes decidió que empezáramos a evangelizar y alguien nos remitió a la cordillera de El Merendón, empezamos visitando 6 aldeas y al día de hoy asistimos a 50 aldeas», comentó Dina.
Esta hondureña reveló que el fin era hablar de Dios a estas personas, pero conforme las iban conociendo, se dieron cuenta que tenían muchas necesidades.
«En educación, salud, alimentación y fue así que empezamos a llevar cuadernos, útiles, medicinas, ropa, todo lo que encontrábamos aquí», puntualizó. Esta fundación empezó a crecer y es que jóvenes universitarios extranjeros se unieron para hacer voluntariado.
«Ellos evangelizaban también y dejaban un pequeño proyecto en cada aldea, como pintar escuelas, iglesias, construir letrinas. Se construyeron puentes, alcantarillas», comentó.
Misioneros de Esperanza tuvo contacto con otras universidades norteamericanas, que en la actualidad llegan a estos sectores con brigadas médicas.
Sin embargo, esta fundación también la conforman varios jóvenes hondureños que unidos llevan esperanza a esas aldeas que prácticamente están olvidadas.
Vea la entrevista:
Actividades de Misioneros de Esperanza
«Entre las actividades que tenemos están la entrega de mochilas, tratamos de entregar entre 500 hasta 1000. Nosotros les facilitamos, les ayudamos con mochilas«, indicó.
De igual manera, reveló que realizan la celebración del Día del Niño, tienen un programa de educación para los pequeños, cursos de computación y en alianza con un centro educativo se han becado a varios niños para clases de inglés.
Dina aseguró que esta obra fue motivada por «la necesidad y el deseo de nuestros jóvenes de querer hacer algo. Eso de llevar la palabra de Jesús, de llevar la esperanza a un pueblo».
Aguilar explicó que este tipo de actividades son de doble vía, pues no solamente es dar, sino que los voluntarios también reciben la satisfacción de hacer feliz a un niño.
«El mayor aprendizaje es eso. El joven que sube con nosotros no viene igual, viene diferente», aseguró.
Dina comentó que la situación que viven las familias en esta aldea es muy difícil, pues no cuentan con energía eléctrica, con agua y debido a la larga distancia a la que están de la ciudad, los pobladores se limitan de muchos derechos.
«Esta es una obra de amor y al final es darle a los más necesitados. El que no pueda subir El Merendón, puede ayudar dando su granito de arena».
¿Cómo ser parte de este voluntariado?
Dina explicó que Misioneros de Esperanza realiza campañas para reclutar jóvenes y que sean parte de esta familia.
«Tenemos una capacitación. En agosto son las capacitaciones para jóvenes, pero hay muchachos que se van integrando en el año y los involucramos para empacar víveres y así se van motivando, viendo y escuchando. Luego las capacitaciones que son más específicas», explicó.
En estas capacitaciones se les enseña cómo servir, tratar con las residentes de ese lugar, cómo comportarse, etc.
Dina pidió más apoyo y amor para estas aldeas prácticamente olvidadas. «Estar más pendiente de ellos, estar abiertos. También El Merendón es parte de San Pedro Sula, también son niños hondureños», señaló.
Dina reveló que ya son 20 años con la fundación Misioneros de Esperanza y agradeció a todas las personas que han apoyado esta obra. De igual manera, invitó a todos los que quieran colaborar a formar parte de este proyecto. Ella con sus acciones demuestra que todos podemos generar cambios, ¡nunca es tarde para empezar!