Redacción. La Oficina del Fiscal del Distrito Sur de Texas ha confirmado la sentencia contra un inmigrante hondureño que secuestró y violó a una adolescente de 15 años.
Wilmer Rivera-Hernández, de 33 años, se declaró culpable el 24 de agosto y fue condenado a 50 años de prisión federal.
El tribunal escuchó información adicional, incluida una declaración de la víctima en la que describía su transformación de una chica joven e inocente en alguien que siente ira, dolor, culpa, entumecimiento, depresión y humillación.
Al dictar las penas de prisión, el tribunal señaló que no se le podía permitir caminar entre personas civilizadas.
Durante ese tiempo, tendrá que cumplir numerosos requisitos destinados a restringir su acceso a los niños y a Internet. Rivera-Hernández también deberá registrarse como delincuente sexual.
«No hay palabras para describir el daño que Rivera-Hernández causó tras secuestrar y violar a una niña de 15 años», declaró Alamdar S. Hamdani, Fiscal General de EEUU. «Sus repugnantes y aborrecibles actos merecen el castigo más severo. Como padre de una niña de 15 años, doy las gracias todos los días a las fuerzas del orden locales, estatales y federales. Y en este caso por los esfuerzos coordinados de los valientes hombres y mujeres de los condados de Montgomery, Texas, y Knox, Tennessee, que pudieron salvar a una niña de las garras de un monstruo».
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Detalles del secuestro y abuso que cometió Wilmer Rivera-Hernández
Las autoridades confirmaron que Wilmer Rivera-Hernández residía en Houston como un inmigrante indocumentado.
En junio de 2020, Rivera-Hernández llevó a una niña de 15 años a lo que se suponía que era una cita, pero rápidamente se convirtió en una pesadilla.
Después de que ella se diera cuenta de que él solo estaba dando vueltas, le pidió que la llevara a casa. Él se negó. En lugar de eso, la agarró por la cabeza, la estranguló, amenazó su seguridad y la de su familia, se apoderó de su teléfono y la obligó a beber alcohol y a tomar medicamentos para adormecerla y que no pudiera resistirse.
A continuación, la condujo desde Houston hasta Little Rock, Arkansas, donde la llevó a un motel y la violó. Al día siguiente, empezó a llevarla por Arkansas y Tennessee.
Sin embargo, la víctima pudo acceder a un teléfono y ponerse en contacto con sus familiares, diciéndoles que podía matarla y que llamaran a la policía.
La familia se puso en contacto con las fuerzas del orden, que, utilizando la geolocalización del teléfono, pudieron finalmente localizar a Rivera-Hernández y a la víctima estacionados en una parada de camiones de Knoxville, Tennessee.