Un inmigrante hondureño esperó 38 años para conseguir la ciudadanía

0
801
Un inmigrante hondureño

Con sus sueños enfocados en una vida mejor y un ligero equipaje metido en una bolsa, Marcos Galván, salió de su natal Colima en México. El no tenía la más mínima idea de la aventura que lo esperaba al cruzar la frontera hacia Estado Unidos.

Abandonó su hogar formado por sus padres Antonio Galván y Guadalupe Mariano, dejando a sus siete hermanos y a sus dos hermanas.

Al despedirse, no pudo contener sus lágrimas al saber que dejaría su terruño y a todos sus seres queridos. Iba con la esperanza de obtener los recursos económicos que tanta falta le hacía.

Se fue caminando por un recóndito camino de tierra que lo llevaría a verse con el personaje que lo llevaría a otro lado. A este lo llamaban popularmente como “coyote” y lo esperaba en una plaza de Tijuana.

Una vez juntos, partieron en autobús hacia la frontera para escabullirse hasta llegar a California, Los Ángeles. Era el primer intento y el único fallido pues fueron atrapados por unos policías.

Como no le quedaba de otra que regresar a casa pero no derrotado sino con más ganas. Aún y cuando expusiera su propia vida.

Unos días después, Marcos estaría listo para emprender su travesía y decidido más que nunca. Volvió al camino que había recorrido con el traficante de personas pero esta vez –como ya conocía- se fue solo. Anduvo tres días consecutivos a pie hasta finalizar su recorrido en territorio estadounidense.

Logró llegar y con una dirección  buscó a unos conocidos de su pueblo para solicitar posada en tanto lograba encontrar un empleo.

De entrada, no consiguió un trabajo estable viéndose obligado a realizar actividades varias. Con el paso del tiempo, consiguió una plaza en un negocio dedicado a lavar vehículos.

Día a día iba a su centro laboral con mucho entusiasmo. Sin embargo la vida le jugó una mala pasada cuando tuvo que retornar por voluntad propia. Lo hizo para asistir al funeral de su “carnalita” Francisca Galván.

“Es la decisión más difícil que he tomado en mi vida porque haber caminado tanto para volver no era nada atractivo para mí. Cada vez que recuerdo cuando me dormía en cualquier sitio sin pensar en los peligros, me doy cuenta de mi osadía”, dijo.

Pasado el luto y como dice el adagio popular: “La tercera es la vencida…”, emprendió su camino hacia el sueño americano. Es en una historia que tuvo su génesis en una fría mañana de diciembre de 1987.

Realizado, al fin

El reinicio tampoco fue fácil para Manuel, ni para la mayoría de migrantes ilegales. Estos abrumados por la miseria que viven en sus países, se auto destierran tras mejores derroteros y la de los suyos.

Vale decir que no todo fue malo para él porque en 1986, el mandatario de la época Ronald Reagan (Q.E.P.D.) dio la oportunidad de hacerse ciudadano. A él y a todas las personas que llegaron antes del 1 de enero. Legalizaron a 2.7 millones de “mojados”, especialmente mexicanos, incluyendo Manuel.

Finalmente y luego de 38 años en “La USA” dice estar plenamente realizado, dejando atrás días en que fue humillado, aguantó hambre. También durmió en la calle, se sintió discriminado y otras situaciones que calan en cualquier ser humano.