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sábado, mayo 18, 2024

Trompo a la uña

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“Con una gran fanfarria de roncos olifantes…” Así comienza el poema épico de nuestro vate Juan Ramón Molina, Salutación a los Poetas Brasileños, que, según la leyenda historiada, hizo a Darío guardar al silencio su saludo en el Primer Cónclave de Poetas Iberoamericanos convocado en Brasil.

Asimismo, con una gran fanfarria, el gobierno –esta vez muy lejos del numen poético y con más apego a la fantasía de la anticorrupción– ha anunciado la creación de la Misión de Apoyo contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (MACCIH).

Una Misión confeccionada por la OEA, a inspiración y petición de parte, para tratar de sacar de la barranca de la complicidad y el descrédito al régimen del Partido Nacional (PN), “hecho gobierno”, y a su jefe supremo, el ciudadano presidente Juan Orlando Hernández.

“Aspiramos a que el sistema de justicia sea una herramienta efectiva en la lucha contra la impunidad, que logre ganarse el respeto del pueblo de Honduras y se convierta en pieza esencial del sistema democrático”, ha declamado el secretario general de la OEA, Luis Almagro, al anunciar la MACCIH, en connivencia con el ciudadano presidente.

En nuestra habla común, a esas iniciativas habilidosas y arriesgadas les damos la figura de “echarse el trompo a la uña”, cuyo desenlace se prevé casi seguro y ridículo. Esto sin considerar, por supuesto, que el objetivo no es el declarado para lo interno, sino otro muy diferente: el de construir un insumo propagandístico –o excusable—de exportación que sirva para justificar la vista gorda en la supervisión del poder aliado.

Para nosotros, los hondureños, sí vale lo de echarse el trompo a la uña, sin embargo, porque se corresponde con la visión propia y los intereses legítimos de nuestra sociedad. Visión e intereses que no coinciden necesariamente con los designios políticos foráneos, generalmente orientados a la preservación a ultranza del sistema, cuando éste se supone amenazado por el populismo democrático y las exigencias de cambio provenientes de la base colectiva.

Así, de entrada, la MACCIH estaría obligada –sin excusas de dilación preparatoria—a atender el meollo de la corrupción y la impunidad, centrada precisamente en la cúpula del poder político, en la médula del régimen fascista, relacionado con dos casos emblemáticos: el expolio de los fondos públicos del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS) y el caso de las compras de medicamentos a la empresa ASTROPHARMA, ambos vinculados al financiamiento de la campaña electoral del PN y al enriquecimiento ilícito del más alto nivel de control y liderazgo del partido “hecho poder”.

Con el agravante, en el caso de ASTROPHARMA, de las recientes declaraciones del ex-contador general de esta empresa, Jorge Alberto Banegas, cuya testificación incriminatoria y medios de prueba entregados al Ministerio Público, hecha pública personalmente por los canales Cholusat Sur y Radio Globo TV, después de haberse salvado de los nueve balazos que le propinaron en el intento de asesinarlo, no han logrado mover al requerimiento judicial de algunos supuestamente implicados, entre ellos el presidente del congreso nacional, e indirectamente el ciudadano presidente de la República.

Así las cosas, tienen la palabra la MUCCIH y, por supuesto, el Mecanismo de Seguimiento de la Convención Interamericana contra la Corrupción (MESICIC) en Honduras, por lo menos.

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