¡Tienen supermamás! Seis jugadores de la ‘Canarinha’ que crecieron sin papá

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¡Brasil está en cuartos! La ‘Canarinha’ lo ha hecho con el sudor y el esfuerzo de sus jugadores, pero… ¿De dónde viene la fuerza de los futbolistas?

Muchos de los verdeamarelas vienen de las ‘fabelas’ de Brasil, en varias ocasiones se ha escuchado la historia de que sus padres siempre están ahí, a la espera de lo que hacen sus hijos. No es el caso de seis de los jugadores de la pentacampeona del mundo.

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Jugadores de Brasil

Gabriel Jesus

Asimismo cada vez que marca, Gabriel Jesus hace la señal de un teléfono con la mano y el dedo pulgar pegado en la oreja. La celebración, conocida como Hola, mamá, es un homenaje a Vera Lúcia, la mujer que, sin ayuda de nadie, lo crió a él y a sus tres hermanos.

“Siempre fue padre y madre”, suele decir el 9, que conforma el grupo de seis de los 11 titulares de la selección brasileña, junto a Miranda; Thiago Silva, Marcelo, Casemiro y Paulinho. Jugadores que crecieron sin el apoyo de sus padres biológicos.

Es una realidad común en Brasil. Según los estudios. Las mujeres sacan adelante el 40% de los hogares brasileños. En un elevado nivel de familias —cerca de 12 millones—, carecen de cónyuges que les ayuden a criar a sus hijos.

No obstante, los estudios consideran que este panorama agrava el riesgo de vulnerabilidad social. Los ingresos medios de las mujeres, siguen estando bastante por debajo no solo de los de los hombres, sino también de los de las mujeres blancas.

Vera, abandonada por su marido y que se fue a vivir con otra mujer antes de que naciera Gabriel Jesus. Por su parte, nunca dejó que le faltara nada a su hijo pequeño.

“Cuando iba a los partidos y veía a mis amigos, tenía envidia por no tener un padre allí. Pero, del modo en que mi madre me crió, enseguida me olvidaba de que tenía un padre”, contó el delantero a The Players’ Tribune.

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Gabriel Jesus en Brasil.

Historias parecidas…

La historia familiar del hoy delantero de la ‘Canarinha’ se parece a la de Paulinho. El mediocentro del Barcelona lleva el nombre de su padre, José Paulo Bezerra Maciel, pero apenas lo ve.

La última vez fue cuando aún jugaba en el Corinthians, en un partido contra el Náutico en el estadio dos Aflitos, en Recife, en 2012.

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Paulinho, jugador del barcelona.

José Paulo estaba en la grada y el centrocampista le regaló su camiseta al final del encuentro. Su padre, descendiente de indios Xucuru, en la región interior de Pernambuco, se separó de la madre, Erica Lima, nada más nacer Paulinho.

El contacto con sus dos hijos era escaso y prácticamente se limitaba a breves llamadas telefónicas desde que el chico tenía 13 años.

En el Corinthians, Paulinho, que casi llegó a dejar el fútbol tras sufrir racismo e impagos en su primer paso por Europa, en el Vilnius lituano, dividía el dilema de la ausencia paterna con Cássio.

El tercer portero de la selección en el Mundial nunca conoció a su padre, que, según los familiares, desapareció tan pronto supo que la madre, Maria de Lourdes, estaba embarazada.

Varios programas de televisión llegaron a buscarlo con el objetivo de propiciar un encuentro. Pero el guardameta siempre rechazó esa posibilidad. “Tuve una infancia difícil. Cuando necesité a mi padre. No estaba presente”, recordó.

Al igual que Paulinho, que fue criado desde que tenía tres meses por su padrastro; Cássio tuvo el apoyo de su tío, João Carlos Kojak. Lo ayudaba en un lavadero de coches en Veranópolis.

“Más importante que tener una base paterna, es tener una base de valores”, apunta la psicóloga deportiva Suzy Fleury, que formó parte del cuerpo técnico de la selección brasileña.

“Muchas veces, la madre u otra persona, como el padrastro; el tío o incluso un entrenador, logra asumir los roles de acogida que le corresponderían al padre biológico. Por eso hay varias historias en las que la ausencia paterna no impide que un jugador alcance el éxito futbolístico”.

Alcoholismo, abandono…

Es el caso de Marcelo. Sus padres se separaron muy pronto y se fue a vivir con sus abuelos a los cuatro años.

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Marcelo cuando tenia 5 años.

El abuelo Pedro asumió el papel de padre. Además de encargarse de que no faltara nada en casa, lo llevaba a los entrenamientos del Fluminense e iba a ver todos sus partidos.

“Prácticamente se desvivió por un chaval de 13, 14 años, sin saber que acabaría siendo futbolista”, contó Marcelo en su canal de YouTube.

Pedro murió en 2014, durante el Mundial de Brasil. “Mi abuelo fue padre y madre por todo lo que hizo por mí”, explicó.

Los centrales de la selección también crecieron sin sus padres. Miranda lo perdió cuando tenía 11 años. Maria, su madre, tenía otros 11 hijos que mantener cuando enviudó.

Thiago Silva vio, con cinco años, cómo su padre le abandonaba. Nunca más lo vio desde que se separó de su madre. Cuando estaba embarazada, Angela se planteó abortar al no estar en condiciones de criar otro hijo, ya tenía dos.

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Thiago Silva.

Para Casemiro, la separación de su padre ocurrió más pronto todavía, a los tres años. Creció con su madre Magda y sus dos hermanos en una casa humilde de São José dos Campos.

Contó con el incentivo de Nilton Moreira, entrenador de una escuela de fútbol de la ciudad, para despuntar en el fútbol.

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Casemiro.

Por otro lado, Taison, suplente de la selección; enseguida tuvo que ponerse a trabajar para ayudar a que hubiera comida en la mesa. Tenía 10 hermanos en el barrio Navegantes de la ciudad de Pelotas.

Su padre, sumido en el alcoholismo, se separó de Rosangela, que dependía de las donaciones de una iglesia para que sus hijos no pasaran hambre. Antes de fichar por el Inter de Porto Alegre, el mediapunta trabajó de gorrilla, pintor y albañil. Taison no titubeó.

“Soy una persona batalladora. No he llegado a la selección por casualidad. Todo lo que tengo hoy se lo debo a ella”, dijo, en alusión a Rosangela, otra supermamá de Brasil.