TEGUCIGALPA, HONDURAS.- El reloj marcaba las 12:31 a.m. cuando en una de las tantas salas del Hospital Escuela, el «milagro de la vida» sucedía, una mujer estaba dando a luz y a los pocos minutos, se escuchó el llanto de un pequeño niño. Este era el primer nacimiento que se registraba este 25 de diciembre en Tegucigalpa durante Navidad.
Pero en otro extremo de la ciudad, en el Hospital San Felipe, también había una hondureña en trabajo de parto. A las 3:00 de la madrugada un grupo de doctores y enfermaras atendían a la dama para lograr que diera a luz a su bebé.
El parto fue un éxito, tanto la madre como su retoño, que resultó ser un varón, lograron salir sanos y salvos del procedimiento. Se informó que los padres de este niño, lo bautizarán bajo el nombre de Matías Jasiel.
Los nacimientos en Navidad
Sin embargo, no solo en el Hospital Escuela y en el San Felipe, recibieron la Navidad con el nacimiento de niños, ya que en el Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS) hubo otro parto.
En el Seguro Social de igual manera, en horas de la madrugada, se reportó el nacimiento de una niña, a quien sus padres nombrarán Lucía.
Los tres pequeños nacieron en perfectas condiciones y estarán bajo observación médica, para así en un par de días, ser entregados a sus familiares.
¿Cómo celebró Honduras la Navidad?
Durante Nochebuena, la hora más esperada después de la cena, son las 12:00 a.m., donde todas las personas reciben con un abrazo la Navidad. En Honduras, como en varios países del mundo, es costumbre celebrar con pirotecnia.
La capital de la República no fue la excepción y desde las alturas se podía observar cómo Tegucigalpa se iluminó con fuegos artificiales de colores. Entre risas, aplausos y abrazos los capitalinos dieron la bienvenida al día más esperada del año.
Las múltiples explosiones de pólvora que se dieron en diferentes colonias de la capital duraron un poco más de 10 minutos. El show de luces se pudo apreciar desde cualquier parte de la ciudad, pues cientos de personas sacaron sus fuegos pirotécnicos.
Para no perder la costumbre, los capitalinos quemaron pólvora desde sus hogares. Algunos optaron por pirotecnia considerada «de grueso calibre», como ser morteros y metralletas. Otros se reservaron y solo usaron cohetes.
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