REDACCIÓN. El mundo entero acudió a las mascarillas como la principal medida de protección contra la COVID-19. Eso, dado que la principal forma de adquirir la infección es a través de la nariz y la boca.
En Honduras, según una iniciativa de ley por parte del Poder Ejecutivo, el uso de ese elemento será obligatorio. No acatar esa medida conllevará una multa de 300 lempiras (unos 12 dólares) y una detención por 24 horas.
Por tanto, la población se mantiene en búsqueda constante de distintos tipos de mascarillas. Algunos recurren a las de tela, que no son las más recomendadas (se puede filtrar el virus) y la refuerzan con unas dos capas. Las facilidades económicos permiten que otros consigan las N95, las más recomendadas. Las posibilidades son varias.
Otro tipo de mascarillas que circulan en el mercado son aquellas que tienen válvula. Parece ser la más sofisticada, y quizá lo sea, pero, sólo cuida a quien la porta. Podría ser nociva para esparcir el virus.
Resulta que dicha válvula (que está presenta usualmente en los modelos de mascarillas FFP2 y FFP3) facilita la salida de la respiración sin ningún tipo de filtro. Por tanto, la persona que la usa está bien protegida, pero la salida de dióxido de carbono y otras partículas podría generar sustancial afectación.
