Estudiante afectada por sacerdote en Danlí luchó contra el cáncer

Fotografías en vida de Maryory Almendárez y su bella hija

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Fotografías en vida de Maryory Almendárez y su bella hija

SAN PEDRO SULA. El reloj marcaba las 2:20 de la tarde, día domingo, 19 de noviembre del 2017, la joven Maryory Melissa Almendárez Cálix, de 27 años de edad, cerró sus ojos por última vez tras una larga y dura batalla contra el cáncer.

La casi doctora tuvo un pasado bastante gris y pese a que luchó contra todo para sobrevivir, ella y su pequeña hija terminaron muriendo entre sus seres queridos y de una forma bastante extraña.

Maryory era la menor de todos los hermanos, estaba después de Carlos Alberto, Isis y Noé Mauricio. Isis, su hermana, conversó con Diario TIEMPO de cómo fue la vida de su querida doctora, Maryory, quien en su infancia y adolescencia, siempre fue muy humilde, alegre, con su carácter como cualquiera, pero a la vez tranquila, aunque de pequeña le daban pánico las fotografías, ya después fue una de sus pasiones.

La joven de rostro hermoso y cabello largo estudió en la Escuela «José Trinidad Reyes», su ciclo común y demás en el Instituto «Cosme García» de Danlí y cursaba el último año de la carrera de medicina en la Universidad Nacional de Autónoma de Honduras (UNAH).

La muchacha estudiaba a tiempo completo gracias a la facilidad económica de sus padres, don Noé Almendárez, de unos 64 años de edad y su esposa Cándida Cálix, de 61 años de edad, quienes con el esfuerzo de años, tuvieron la oportunidad de preparar bien a sus hijos.

«Ella siempre quiso estudiar medicina y más fue por su hija que nació con problemas de salud, pues nunca le encontraron cura y eso sirvió de motor para mi hermana en su carrera universitaria», dijo Isis Almendárez.

DATO

Maryory dijo a su hermana un mes antes de su muerte, que el sacerdote German Flores la había manoseado cuando estaba pequeña.

«Luisa Gabriela sin duda era un milagro de Dios, la trajimos a la casa y se recuperó, pero le comprábamos medicamentos contra convulsiones lo cuales se le tenía que dar siempre; sin embargo, Maryory nunca renegó y la amaba», agregó su hermana en entrevista.

La mamá de Maryory cuidaba a la pequeña Luisa para que pudiese sacar con éxito su universidad, pues para la joven estudiante de medicina servir a los demás también era una de sus metas.

EL CÁNCER TOCÓ SU PUERTA

A la edad de 24 años de edad, en marzo del 2014, la joven que en ese entonces residía en Tegucigalpa, de repente comenzó a sentir dolor en una de sus mamas, pues decidió practicarse una biopsia (examen médico), ya cuando supo el resultado y entre llanto, llamó a su hermana Isis, esto fue lo que pasó:

«¿Qué te pasa?», le preguntó Isis, «me salió positiva la prueba, tengo cáncer», le dijo Maryory mientras sus ojos derramaban lágrimas. Inmediatamente Isis le enfatizó que no le dijera nada a sus papás, que ella se encargaría, fue así como comenzó todo y el miedo se empezó a apoderar de la familia Almendárez Cálix.

Maryory quiso recuperarse para darles a sus papás un viaje a Roatán, Honduras. 

«Esa noticia nos derrotó a todos, pues estaba joven, decidimos someterla a una operación en el Hospital San Felipe y allí ella decidió que le quitaran ambas mamas para evitar que regresara el problema. Aunque en una segunda prueba supimos que salió negativa, contrario a la primera, entonces ¿tenía o no cáncer?, pues se dijo que para evitar toda especulación siguiera con el proceso. Posteriormente se le hicieron las quimioterapias, las cuales le provocaron mucho dolor y su tan preciado cabello se le empezó a caer, sus cejas, pestañas, razón por la cual mejor decidimos que se le rapara y que anduviera con gorritos, aún así ella estuvo yendo a la universidad, pues anhelaba ser doctora», comentó Isis.

Maryory fue tan valiente que pese a someterse en su vida a unas 20 quimioterapias, luchó y luchó, siguió yendo a la universidad, terminó sus clases, pero finalmente no pudo contra el mal endémico.

VINO LA CALMA POR UN TIEMPO, DESPUÉS CAYÓ LA SEGUNDA TORMENTA

Tras el tratamiento, al parecer todo estaba normal, su cabello negro comenzó a crecer, sus fuerzas retornaron y la alegría en su familia resurgió como el ave fénix, pero no terminaría allí.

En enero del 2017, Maryory comenzó a sentir un malestar en la garganta, pues como estudiaba mucho e investigaba debido a su carrera, se hizo el examen nuevamente y se enteró que se trataba de un ganglio, era positivo, el cáncer había llegado nuevamente.

«Me volvió a llamar y cuando me dijo eso se me vino el mundo encima, recordé todo lo que habíamos pasado, entonces la llevamos donde un oncólogo y él le dijo que tenía que empezar de inmediato con el tratamiento, pero ella llorando le preguntó al doctor: «¿pero eso me va a sanar?», el galeno le dijo que NO, pero era prácticamente para que se mantuviera, que si no se ponía en tratamiento en seis meses recaería.

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Fue así, seis meses después Maryory ya no era la misma, no quería someterse a tratamientos, pero por su familia lo hizo finalmente, pero esta vez a uno natural, yendo contra lo que cualquier médico haría, pues casi siempre están sometidos a la ciencia.

Maryory era una joven hermosa y con mucho futuro por delante.

Entonces, la muchacha fue llevada a una clínica en el municipio de Corquín, Copán, donde estuvo internada y siempre bajo el cuidado de su madre, pero después la sacaron y se llevó a Tegucigalpa por cinco meses, exactamente al lnstituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS), donde sólo un par de pisos la separaban de su querida hija Luisa, quien también estaba hospitalizada casualmente, luego mejor las sacaron porque miraban que seguían igual y las llevaron a la casa de su hermana Isis.

La joven comenzó a perder más fuerza y cayó en cama, el drama y el temor en aquella casa situada en Danlí era evidente, la confianza estaba sólo puesta en Dios, pues médicamente no había posibilidades.

Maryory con varios de sus compañeros de la Facultad de Medicina

Algo extraño pasó en esos días y así lo cuenta Isis: «Recuerdo que Maryory antes de todo siempre decía que si su niña se moría, ella también se iba a ir, algo que lógicamente no le pusimos cuidado. El día 17 de noviembre Luisa falleció repentinamente y no hallábamos cómo decírselo a mi hermana, pero mejor lo hicimos y recuerdo ese día cuando miré a Maryory casi sin caminar y con los medio ojos llorosos, que ya ni para eso tenía fuerza mientras miraba a su hija», destacó Isis entre lágrimas.

PARA SABER

Isis Almendárez hermana de la joven fallecida, dijo que hasta le tenía la habitación lista para que en noviembre del 2017 pudiera hacer el internado, más nunca llegó el día.

«Pasaron las horas y llegamos al 19 de noviembre, en la madrugada, prácticamente Maryory se despidió de nosotros y terminó muriendo, justamente dos días después de su hija y tal como lo comentó en su momento, si se moría su hija, ella también se iría», remarcó Isis.

SEPULTADAS EN DANLÍ

Según nos relató Isis, su hermana y sobrina fueron sepultadas juntas en un cementerio de su natal Danlí, al oriente de Honduras. «Mis papás están destrozados, esta enfermedad nos derrotó y el vacío que dejan es grandes, pues eran personas muy importantes para nosotros.

Isis y Maryory siempre fueron hermanas muy unidas.