Redacción. Maly Martínez, una mujer de 32 años nacida el 26 de marzo de 1992 en Tegucigalpa, es una ejemplar hondureña que combina su trabajo como guardia de seguridad en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) con una labor llena de empatía: el cuidado de los perros que habitan el campus.
Desde hace más de cinco años, Maly ha dedicado tiempo, recursos y sobre todo su corazón a proteger y atender a estos animales, convirtiéndose en un ejemplo de humanidad y compromiso.
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Un vínculo especial
El interés de Maly por los animales y en particular por los perros del campus, nació de su amor genuino hacia ellos. «Me gustan los perros y demás animales, pero siento en mi corazón que amo más a estos de la universidad, porque ellos no se acercan solo porque uno los toque o les dé comida. Ellos necesitan nuestra ayuda», explicó. Para ella, el vínculo con los perros no es casual, es una conexión que se ha fortalecido con los años.
Su fuerte amor por estos caninos la llevó a sumarse como voluntaria de la Fundación Patitas UNAH, donde colabora con dar vigilancia a los animales.
En un día normal, Maly combina sus responsabilidades como guardia con el cuidado de los perros. «Cuando vengo de firmar mi lista de asistencia, antes de irme a mi puesto, me aseguro de ponerles agua y comida. Ellos ya saben que les tocará un día en el que estarán atendidos», compartió. Para Maly, estos animales no solo son parte del campus, sino un recordatorio de la necesidad de ser sensibles y solidarios.
Además de alimentarlos e hidratarlos, Maly también se preocupa por su salud. «Cuando puedo, me gusta bañarlos, desparasitarlos y darles vitaminas. A veces duermen demasiado porque están débiles por los parásitos», señaló. Su compromiso va más allá de lo básico, y cada gesto demuestra su cuidado y amor.
Una comunidad que se suma a la causa
Maly reconoce que no está sola en esta labor. Cuenta con el apoyo de personas como Enersy O’Hara, fundador de Patitas UNAH y un compañero comprometido con el bienestar de los animales. «Él es digno de admirar por su amor hacia estos animales. Su ejemplo me inspiró a ayudar también», comentó. Otros compañeros y estudiantes se han sumado a la causa, aunque también enfrenta críticas de quienes no comprenden su dedicación.
«Hay personas que no les gusta lo que hacemos, pero pienso que si supieran que estos animales son un pilar más en la universidad, cambiarían su percepción. Este es su hogar», afirmó con firmeza.
Retos
Como en toda labor altruista, Maly ha enfrentado desafíos. Uno de los mayores ha sido ayudar a un perro en necesidad sin descuidar sus funciones como guardia. Sin embargo, no se rinde. «Ellos necesitan de nuestra ayuda, y siempre busco la forma de asistirlos», aseguró.
Entre las muchas experiencias que atesora, Maly recuerda con cariño a un perro al que una compañera bautizó como «Vino». «Era especial, siempre aparecía de la nada. Una noche, mi compañera y yo lo notamos golpeado, pero aun así nos hacía compañía. Finalmente, fue adoptado y ahora vive mejor. Saber que tiene un hogar es una de las mayores alegrías», relató.
Durante sus siete años como guardia, Maly ha notado cómo la presencia de los perros en el campus se ha mantenido constante, e incluso ha crecido. «Ellos se comunican entre sí. Cuando uno llega, parece que trae a otro. Además, los estudiantes los acarician y los acompañan hasta las aulas, creando un ambiente más amigable para todos», dijo.
Sueños
Para Maly, cuidar de los animales no es solo una labor, sino una prioridad. «Ellos merecen ser tratados de manera especial. No se acercan solo por comida; buscan ser nuestros amigos», afirmó. Su mensaje para quienes la escuchan es claro: «Así como cuidas a un ser querido, ellos también merecen el mismo apoyo».
Cuando se le pregunta cómo se siente realizando esta labor, responde con una palabra que encapsula su experiencia: «Única». Para ella, el mayor regalo es ver la felicidad en estos animales. «Hacerlos felices me hace sentir muy bien. Es una experiencia que no cambiaría por nada», concluyó.
El compromiso de Maly Martínez trasciende su rol como guardia de seguridad en la UNAH. Su dedicación y amor hacia los perros del campus han inspirado a quienes la rodean y han generado un impacto positivo en la comunidad universitaria.
A través de su ejemplo, Maly demuestra que pequeños actos de bondad pueden marcar una gran diferencia en la vida de los más vulnerables. De esta manera, Martínez recuerda la importancia de cuidar no solo a las personas, sino también a los animales que comparten nuestro entorno.
Dato: Maly Martínez lleva más de cinco años dedicándose al cuidado de los perros que habitan en el campus de la UNAH, combinando esta noble labor con su trabajo como guardia de seguridad privada.
Frase: «Ellos no tienen cómo expresar lo que necesitan con palabras, pero su mirada lo dice todo. Cuidarlos no es solo un acto de bondad, es reconocer que también son parte de este lugar».