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sábado, mayo 4, 2024

Los Rolling Stones pondrán fin a la Guerra Fría en Cuba

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LA HABANA. Mañana viernes Cuba, Mick Jagger terminará con la Guerra Fría. La tarea que Barack Obama comenzó hace apenas una semana concluirá al ritmo de «Jumpin’ Jack Flash», ante un auditorio estimado en al menos medio millón de espectadores ansiosos por vivir el que muy probablemente será el acontecimiento histórico más divertido que la Revolución haya producido jamás. En muy pocos años, la isla pasó del «período especial» que racionaba energía y recursos a ofrecer uno de los shows más codiciados del mundo de manera pública y gratuita. Parece la prueba más contundente de la llegada de una nueva época, aún cuando en Cuba nunca es sencillo afirmar si las cosas de veras han cambiado.

Semanas atrás, emisarios del gobierno cubano viajaron a la Ciudad de México para asistir a los dos primeros shows de Los Rolling Stones. Nunca habían visto un concierto de rock de semejante dimensión, y su trabajo consistía en construir un puente entre la producción de la banda y los técnicos locales. El asombro que vivieron se multiplicará mañana en las caras y los corazones de miles de cubanos, a quienes los recelos de la política les negaron durante varias generaciones la experiencia del rock.

En Cuba, la música en inglés -y, muy particularmente, el rock- padeció un bloqueo cultural que recién perdió cierta rigidez a partir de los ’80, cuando la necesidad económica trajo consigo un impulso al turismo y a cierta apertura que llega hasta hoy. Sin embargo, el impacto de tantos años de vida encerrada en sí misma ha abierto en la isla una brecha entre las referencias culturales de los jóvenes cubanos y las de sus pares en el resto del globo. «Vamos a ir al concierto porque es gratis y nos gusta la música, pero la verdad es que no sabemos mucho de los Rolling», dice a LA NACION Misdelsy Gurruchaga, una bella morena de 18 años que lucha por conectarse a Internet en un banco del parque Línea, en el Vedado, junto con su hermano Misael. Misdelsy y Misael no logran mencionar ni tararear cinco canciones de los Rolling Stones, y cuando se les pregunta qué escuchan dicen que lo que más les gusta es el reggaeton y el hip hop cubanos. ¿ Alguna otra cosa de rock o pop? ¿Led Zeppelin? ¿Madonna? ¿ The Beatles…Katy Perry? Nada. Después de cantarles durante varios minutos, uno de sus amigos reconoció «Yesterday».

Lo único que en Cuba escasea tanto como el rock es la conexión wi-fi. Las más decentes se encuentran en los hoteles a disposición de los extranjeros, pero los cubanos no tienen muchas más opciones que pagar por un máximo de 5 horas de conexión en los siempre llenos cibercafés del Estado o comprar «tarjetas de navegación» que raramente aseguran el ingreso al inefable mundo de las telecomunicaciones. Ante semejantes dificultades técnicas, ¿cómo se las arreglan los chicos para hacer algo que en el resto del planeta resulta tan sencillo (y cotidiano) como escuchar y compartir música on line? «Con otros amigos nos encontramos en los parques y tratamos de conectarnos todos juntos -explica Maribel Hernández, de 21 años-. Siempre hay alguno que consigue entrar a Internet. Y si no se puede, no hay problema: ¡nos vamos a un concierto!».

Las generaciones anteriores a las de Misdelsy y Misael descubrieron el rock a través de la radio de onda corta, y para ellos el concierto de mañana será un reencuentro con lo que no fueron y les hubiera gustado ser. «Me lo tomo como un regalo de la vida, porque nunca fui a un concierto así -dice Alfonso Guardado, de 64 años, que asistirá al show de mañana en Ciudad Deportiva con toda su familia-, y aunque me emociona la idea de ir, me pregunto si hicimos la Revolución para esto o para todo lo contrario». Tal vez no sea el momento para resolver la duda de Alfonso. Como él mismo recuerda, durante muchos años intercambió habanos por discos y cassettes con marineros que iban al Tropicana, y le consta que entre los representantes de la élite política hay más de uno que de sus viajes al extranjero se traía vinilos de rock escondidos en sobres de discos de trova llevados especialmente para la operación de camuflaje. Pero, desde mañana, ya nada de eso será necesario. La Guerra Fría ha terminado. Mañana,-viernes- desde las 8:30 de la noche, lo demostrará una Satánica Majestad.

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