HONDURAS. Las emergencias e incidencias a causa de quemaduras corporales, son un problema que sigue aquejando a la niñez en Honduras, y prácticamente semanalmente se registran ingresos al Centro Hondureño para el Niño Quemado (CEHNIQ) en Tegucigalpa.
La mayor parte de menores afectados por quemaduras, suelen ser originarios de zonas rurales y que viven en situación de pobreza. Al llegar a la capital, se enfrentan al problema de la falta de recursos y a la preocupación por la evolución de la salud del paciente.
Sin embargo, muchos de estos pequeños y sus familiares se han encontrado un ángel en medio de la adversidad, la licenciada en Enfermería, Jeimy Escamilla. La joven, quien tiene seis años de laborar en el centro asistencial, es más allá que una profesional, un ser humano lleno de empatía, bondad y sobre todo de temor a Dios.
Desde su centro de trabajo, la sala de niños quemados en el CEHNIQ, en medio de su faena diaria y atendiendo a pacientes afectados, Jeimy dio una entrevista a Diario Tiempo. La profesional relató su experiencia laboral durante estos años y de igual forma la manera en que ayuda a muchos niños y familias tras un doloroso pronóstico.
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Al servicio de Dios y los pacientes
“Para mí ha sido de gran bendición. Siempre me ha gustado trabajar con niños, venir aquí es un poco complicado por el tipo de casos que miramos. No soy mamá, pero críe a mis dos hermanos, y es difícil porque miramos pequeños de 0 a 18 años, pero profesionalmente me ha enseñado mucho”, expresó.
De acuerdo con la profesional, egresada de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), a ella en estos años le ha tocado ser más que una enfermera. “Aquí no solo es el paciente, hay que ayudar a la mamá del niño que lo viene cargando porque está quemado. Allí toca hacerle de psicóloga, tenemos que actuar y ayudar a que la mamá sobrelleve el dolor, es un trabajo psicosocial el que se hace”.
A pesar de los obstáculos y altos y bajos, Jeimy afirma que para ella esta experiencia de vida y profesional ha sido gratificante. “A medida pasa el tiempo y se ven las experiencias, se puede decir que he podido ayudar. Vienen papás con muchas necesidades, de ropa, dinero, y nosotros hemos tratado de suplir sus necesidades”, dijo.
En conjunto con el equipo del CEHNIQ, Escamilla resaltó que en ocasiones se han tenido que dar sus alimentos a padres, también sacar dinero de sus bolsillos y llevar desde sus casas ropa, zapatos y otros, para así poder apoyar a los más necesitados. “Me ha tocado ir a dejar a los papás con los pacientes a la estación de los buses”, relató.
Trato más humano
Según la profesional, ella da el trato que le gustaría recibir en medio de una adversidad como estar interno en el hospital. Al ser niños y padres, todo se vuelve aún más especial y delicado, para que así tengan un momento de paz en medio de la situación crítica.
“Yo siempre ando haciendo actividades para los niños, buscando maneras de tener donaciones para los papás y sus hijos. Es una experiencia que me ha hecho más humana, más agradecida con lo que tengo, ser más solidaria”, externó.
También, por sus años de experiencia, Jeimy ha cumplido con la misión de capacitar a otras enfermeras y hasta médicos en el centro asistencial. Ella les explica de manera oportuna cómo es que está el menor quemado y como avanza su caso. De igual manera, cuenta con los conocimientos para los traslados aéreos de niños afectados por quemaduras.
Son muchos los casos que ha atendido la enfermera, pero uno que la ha marcado es un adolescente de 16 años, quemado por descarga eléctrica. Él perdió su pierna y a través de ella, sin imaginarlo, consiguió la silla de ruedas para que se pueda desplazar. “La mamá no podía ni hablar de lo agradecida que estaba. Eso es lo que marca”, contó.
El trabajo de Jeimy es en conjunto con un grupo de médicos especialistas, entre ellos la pediatra-intensivista Patricia Zelaya. Desde hace varios años, atienden casos de gravedad en el hospital, y le ha tocado también ser profesional, humana y hasta ver las situaciones desde el instinto maternal.
Destacó que, en algunas ocasiones, el trabajo demanda mucho tiempo, por lo que su esposo e hijos, comprenden su responsabilidad y lo que conlleva ser un médico especializado en niños. Al final, la satisfacción es el alta de los pacientes y que ellos puedan regalar una sonrisa.
Datos
La Frase: “Esto es que es gratificante, me llena mucho. A veces no puedo ayudar en el momento, pero siempre hay un espacio para poder”.
El dato: Tiene seis años laborando para atender las emergencias de los niños y realiza actividades para poder ayudar a los padres y sus hijos con algunas necesidades.