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miércoles, abril 24, 2024

Honduras avanza poco contra el crimen con estado de excepción: InSight Crime

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Tegucigalpa, Honduras. El estado de excepción en Honduras ha llegado a seis meses de vigencia. Pero, a pesar de las afirmaciones del gobierno y las cifras presentadas por la Policía Nacional, no ha tenido mucho impacto en las actividades de los grupos criminales, según InSight Crime.

El gobierno de Xiomara Castro implementó por primera vez un estado de excepción en diciembre 2022. Desde entonces, el estado de excepción ha sido extendido dos veces, y continuará hasta el 5 de julio. La política tiene como objetivo reducir la prevalencia de delitos como la extorsión, desmantelar los grupos criminales, reducir la violencia de las pandillas y disminuir la inseguridad que muchos hondureños enfrentan.

La tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes disminuyó de 41.2 en 2021 a 35.8 en 2022. La mayor parte de esos crímenes han sido atribuidos la MS-13 y el Barrio 18, las principales pandillas del país. Sin embargo, Honduras sigue siendo el país con la mayor tasa de homicidios en Centroamérica y el segundo a nivel latinoamericano.

Estado de Excepción

Según la Policía Nacional, el estado de excepción «ha posibilitado la captura de más de un centenar de integrantes de estructuras criminales. Vinculados a maras y pandillas». También, indicaron que se ha logrado reducir la tasa de homicidios por cada 100,000 habitantes en el último año. La contracción más significativa en casi dos décadas, con una reducción del 24% en el índice de homicidios en comparación con el 2022.

En Choloma, un municipio de San Pedo Sula con una fuerte presencia del crimen organizado, los habitantes se sienten más seguros gracias al estado de excepción, dijo Lourdes Reyes, miembro de una junta vecinal de la zona. «Ha bajado la delincuencia y la violencia», agregó.

Sin embargo, organizaciones de la sociedad civil han cuestionado los datos publicados por la policía. Un informe del Comisionado Nacional de los Derechos Humanos en Honduras (Conadeh) indicó que existe una falta de información. Además, de quejas del uso indebido de la fuerza y cifras que no coinciden con lo indicado por la policía.

Estas incongruencias entre las cifras policiales y los datos del informe generan dudas sobre la efectividad del estado de excepción en la lucha contra el crimen organizado. Además, sugieren que el gobierno no tiene estrategias claras, ni tácticas integrales para reducir los niveles de inseguridad y violencia.

Estado de excepción
Honduras implementó, meses atrás, el estado de excepción.

Modelo de El Salvador

La estrategia de Castro ha sido comparada con la del presidente salvadoreño Nayib Bukele, quien ha logrado contener las altas tasas de delitos y homicidios. Lo anterior, por medio de extendidos estados de excepción que comenzaron en marzo de 2022. Bukele enfrenta serias acusaciones sobre el uso de tácticas autoritarias. Pero defiende su efectividad, afirmando, el pasado 14 de febrero, que El Salvador «ha llegado a 300 días sin homicidios».

También, Bukele construyó el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), que puede albergar hasta 40,000 personas tras las rejas. Bajo el estado de excepción en El Salvador, más de 60,000 supuestos pandilleros han sido arrestados, lo que deja al país con la tasa de población carcelaria más alta del mundo.

La estrategia de Bukele, conocida como «mano dura», ha sido exitosa en términos de desarticulación de las pandillas y disminución de las tasas de violencia. Su enfoque ha recibido reconocimiento por su eficacia. Pero parte de ese renombre es el resultado de sus esfuerzos por controlar la percepción de sus políticas y generar atención sobre ellas.

Castro cree que «imitando a Bukele puede recuperar algo de popularidad», señaló Farah. Al igual que Bukele, ha sacado de los cuarteles a los militares para hacer labores de vigilancia y redadas.

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Extorsiones y otros delitos

El estado de excepción en Honduras ha hecho poco para detener a las maras y pandillas, que siguen extorsionando al sector del transporte. En algunas áreas del país, como San Pedro Sula, surgieron dos nuevas presuntas maras en los últimos meses.

«Los grupos criminales que realizan esas prácticas delictivas ya no son solo las dos principales maras del país. La MS-13 y Barrio 18″, dijo Nelson Fernández Toro, presidente de la Asociación de Transporte de Honduras, en entrevista con InSight Crime. «Ahora se han sumado más maras, como la M1 y los Iluminati».

Aún con el estado de excepción, los transportistas a nivel nacional viven con miedo, ya que «realizan las denuncias por las extorsiones que sufren. Y no hay respuestas adecuadas por parte de las autoridades», dijo Fernández Toro.

Daugaard habló con un dueño de varios buses en Tegucigalpa a quien, por no pagar la extorsión, hace un mes le quemaron un bus.

Por su parte, Fernández Toro cuestionó que no se ven patrullas policiales o contingentes militares vigilando las zonas, barrios o colonias incluidas en el estado de excepción en San Pedro Sula.

Desde el inicio del año, y en el contexto del estado de excepción, aproximadamente 50 personas han sido asesinadas en al menos 12 masacres. Entre ellos, un subinspector de la Policía fue asesinado por miembros de la mara Barrio 18 y, según medios locales, en el sector transporte se contabilizan 27 asesinatos en lo que va de 2023.

Maras y pandillas
Los pandilleros mantienen en zozobra a la población.

Violencia en las prisiones

Durante el estado de excepción, las maras (MS-13 y Barrio 18) han tenido disputas y amotinamientos en algunos centros penales. Esto por el control del centro penal o una buena parte del mismo. Situación que ocurrió con la penitenciaría nacional en Támara, en el departamento de Francisco Morazán.

Durante el estado de excepción, las pandillas se han amotinado en un intento por tomar el control total o parcial de las cárceles.

Como respuesta, el gobierno promulgó un plan de 10 medidas para intervenir las cárceles y reducir la violencia. Pero la estrategia ha sido criticada por su similitud con las medidas que tomó Bukele en El Salvador. Entre las medidas se destacan la posibilidad de remover todas las armas de las prisiones, bloquear la señal para teléfonos celulares y una purga de oficiales penitenciarios corruptos.

Además, las autoridades han pensado en agrupar a los miembros de las mismas pandillas en cárceles separadas. Sin embargo, investigaciones de InSight Crime han encontrado que a pesar de que estas políticas generan menos violencia, fortalecen a las pandillas internamente, propiciando la comunicación y organización entre los líderes y miembros de los grupos.

Honduras parece no lograr avances sostenibles en la lucha contra los grupos de crimen organizado. En las prisiones, la violencia entre maras continúa y la extorsión al transporte nacional podría incrementar con el surgimiento de nuevos grupos. De hecho, los transportistas dicen que el estado de excepción «no ha dejado ningún resultado positivo».

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