27.6 C
San Pedro Sula
jueves, mayo 2, 2024

Hermanos, amanece

Debes leer

Tan ocupada está nuestra mente colectiva en la vistosidad de la celebración del Día de la Independencia, que pasamos por alto rendirle el obligado homenaje al más insigne prócer centroamericano, Francisco Morazán, en el 173 aniversario de su fusilamiento en Costa Rica, el 15 de septiembre de 1842.

Frecuentemente nos dolemos de la pérdida de nuestros valores cívicos —soporte de la identidad nacional—, pero poco hemos hecho para rescatarlos y darle a nuestro pueblo, principalmente a las generaciones jóvenes, una conciencia clara del republicanismo morazánico, elemento básico de nuestra identidad nacional.

Por motivos diferentes a la época anterior a la revolución liberal en América Central, cuando la figura de Morazán aparecía descalificada por el conservadurismo colonialista, ahora mismo los valores de la identidad y de la soberanía nacionales del Estado-nación republicano tornan a ser desdibujados por el control hegemónico del corporativismo neoliberal.

En aquel momento crucial para el destino regional, y particularmente de Honduras, el rescate de Morazán como paladín de la integración y de la unidad del pueblo centroamericano fue la idea-fuerza del naciente movimiento revolucionario liberal, gracias a la clarividencia de Ramón Rosa y de los intelectuales más conspicuos que crearon nuestro moderno Estado-nación.

Es así como los centroamericanos, a través de la elocuencia de D. Álvaro Contreras, tuvimos conciencia que, “Desde que Morazán entra en escena, deja de ser un hombre para convertirse en una misión”… Y de la conclusión de este silogismo trascendental: “Si suprimimos el genio de Morazán, habremos aniquilado el alma de la historia de Centroamérica”.

No es éste un concepto lírico en un discurso de ocasión, sino verdad que informa de nuestra nacionalidad, de lo mejor  de nuestra historia.  Y es una lástima que no hayamos tenido siempre en la mente y en el corazón esa convicción patriótica, esa lealtad republicana para articular —como lo hicieron los liberales del siglo XIX— el avance democrático y la transformación institucional, en tanto proceso necesario e inevitable del desarrollo político, económico, social y cultural.

Hemos fijado la mirada histórica en Morazán, líder militar republicano (es decir un civil en armas para defender el poder civil), triunfante en todas sus batallas. Poco caso hacemos del Morazán estadista, del genio político que, por su visión integradora, creadora e independentista, cayó abatido por fusilamiento de la reacción conservadora.  Un conservadurismo vivo todavía, con diferentes disfraces, actualmente estructurado en régimen totalitario, militarista, desnacionalizador, de culto a la personalidad y expoliador del patrimonio nacional.

Morazán vuelve, en su doble representación de símbolo patrio y de revolucionario, a estar al frente de las aspiraciones del pueblo centroamericano, del pueblo hondureño.

“Hermanos, amanece. (Y Morazán vigila).”

Estás a un paso de recibir nuestro PDF Gratis

Última Hora

Hoy en Cronómetro

error: Contenido Protegido