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martes, mayo 21, 2024

¿Fin de la crisis?

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Hoy termina la segunda ronda de aproximación de la OEA/ONU para facilitar el “diálogo” nacional planteado por el ciudadano presidente Juan Orlando Hernández, con el augurio optimista del “facilitador” John Biehl de que esto culminará en un exitoso montaje del proyecto.

“Honduras muy pronto pasará de una crisis política a ser un ejemplo de diálogo”, ha sentenciado el “facilitador” de la OEA, después de haberse reunido a lo largo de esta semana, en Tegucigalpa, con Raimundo y medio mundo, como decimos por aquí.

Hay, por supuesto, apreciaciones interesantes sobre estos encuentros parciales que revelan, talvez de modo subconsciente, las dificultades para alcanzar la meta dialogal, pues el “facilitador” y su equipo ha encontrado “gente que suele ser más dogmática en sus posiciones… (que) Honduras puede llegar a un límite de justicia popular, que lo que esa persona dice es la verdad y no hay otra”.

Se antoja asociar, al oír esto, la terca demanda de que se instale en nuestro país la Comisión Internacional Contra la Corrupción (CICIH), a la manera de la CICIG en Guatemala. Una exigencia necesaria aunque pecara de intransigente, dado el colapso del sistema judicial, que es elemento fundamental de la crisis política.

“Los hondureños son muy políticos, por lo menos en Tegucigalpa y San Pedro Sula. Da la impresión de que todos quieren ser presidentes…” Agrega el “facilitador” que hay “muchas personas que han tomado este período duro para Honduras en una especie de precampaña política”. Empezando, podría decirse, con el ciudadano presidente Hernández Alvarado, convocante del “diálogo”.

Posiblemente dentro de 15 días el equipo de la OEA presentará una propuesta de “diálogo” que se ofrece superior a las precondiciones encontradas del gobierno y la Oposición, supuestamente como producto simbiótico, que quitaría las trancas para poder llegar a la unidad nacional, a una armoniosa relación entre pueblo y gobierno, más allá de la dislocación constitucional.

La OEA/ONU, con su vasta experiencia en la solución de esta clase de conflictos, sin duda se cuidará de asegurar, en primer lugar, el funcionamiento de un Ministerio Público adhesivo a la jurisdicción internacional, y, asimismo, la fuerza ejecutiva suficiente para realizar a fondo la investigación y condena en todo lo relacionado con la corrupción pública y privada que gangrena a Honduras.

Esperemos, pues, ese salto bendito de la crisis política a la magia del diálogo constructivo, comprensivo, moralizador y representativo. Quedará en manos de los hondureños –y solo de los hondureños— el aporte facilitador. Hecho esto, la OEA/ONU podrá decir, a lo Colón, ¡Gracias a Dios que hemos salido de estas honduras!

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