Los estiramientos o ejercicios de stretching ayudan a mejorar la elasticidad muscular, la flexibilidad y la movilidad articular. Existen distintos tipos de ellos. A continuación te presentamos los tipos de stretching:
Stretching estático. Consiste en la realización en reposo del estiramiento de un músculo hasta una determinada posición, manteniendo la postura durante 10 o 20 segundos. Esto se traduce en movimientos lentos que representan un mínimo gasto energético. Al realizarlos obtienes una mejor relajación muscular: aumentas la circulación sanguínea y reduces la sensación de dolor.
Pasivo. Consiste en el estiramiento de un músculo en el que se ejerce una fuerza externa sobre el miembro a estirar (puede ser un compañero, una pared, un taburete o el propio piso). Incrementa el rango de movilidad, esto quiere decir que son muy útiles en el desarrollo de la flexibilidad. Eso sí, debes tener cuidado de no forzar el movimiento y terminar lesionándote.
Activo. Consiste en estirar un músculo, asumiendo una posición y manteniéndola, sin utilizar ninguna asistencia externa que la fuerza del resto de los músculos. Incrementa la flexibilidad mientras fortalece y tonifica los músculos que intervienen en el mantenimiento de la posición. Son ejercicios que suelen ser difíciles de mantener por más de 10 segundos y usados frecuentemente en la práctica del yoga.
Stretching dinámico. Consiste en estirar un músculo por medio de impulsos. Son ejercicios basados en saltos y balanceos. Mejoran la amplitud de movimiento y aumenta la fuerza y la flexibilidad en mayor grado que los estiramientos estáticos. Sin embargo, pueden ser contraproducentes si no van precedidos por un buen calentamiento.
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