LEMPIRA, HONDURAS. La ordenanza que prohíbe el maltrato animal en Gracias en el departamento de Lempira entró en vigencia informaron organizaciones sociales.
La abogada Giselle de la fundación «Patitas Empolvadas» detalló que la acción es un avance grande en el área.
«Consideramos que este es un gran avance, uno de los muchos que esperamos tener. Decirle a la población y hacerles de conocimiento de que todo tipo de maltrato animal será sancionado», comentó.
Del mismo modo, la jurista explicó que el maltrato animal está tipificado en el Código Penal vigente.
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«muchas personas no le dan la importancia. Nosotros ahora como fundación, nos vamos a encargar de velar por el bienestar de estos animalitos, haciéndole también de conocimiento a las personas», resaltó.
Además, destacaron que la sociedad hondureña debe de informarse sobre las diferentes maneras en que incurren en maltratos a su mascota. «Necesitamos que nos apoyen de esa manera», detalló.
La mente de un maltratador
Diario Tiempo se comunicó con el psicólogo Emir Montecinos para indagar sobre cómo funciona la mente de las personas que maltratan a los animales.
«Una de las cosas que tiene que ver es que es una cultura. Se ve mucho en algunas actividades como las corridas de toros, es una cultura de violencia. Disfrutan el hecho de ver golpes, sangre desde una perspectiva visual», indicó.
De igual manera, el experto en temas mentales indicó que hay un porcentaje poblacional que tiene una predisposición a desarrollar una condición que afecte su comportamiento con la sociedad.
«La sociopatía y los problemas que tiene que ver con ese tipo de cosas, no son tan poco comunes como se creía. Una de cada 100 personas está predispuesta a hacer un psicópata, biológicamente», afirmó.
Sin embargo, Montecinos indicó que no todas las personas con esa condición desarrollan una situación mental de este tipo.
El abuso animal es el primer paso
El psicólogo hondureño detalló que el maltrato animal es unos de los síntomas tempranos de una psicopatía.
«Uno de los síntomas de los psicópatas es el abuso animal en su infancia. El niño agarra una tortuga o una lagartija y no la diseca para ver qué tiene adentro, sino que la hace sufrir», manifestó.
También, el especialista indicó que es necesario prestar atención a estas actitudes desde la niñez, para evitar una evolución negativa.
No obstante, cuando una persona mayor tiene estas conductas violentas o disfruta de las mismas es un reflejo de su crecimiento o entorno familiar.