Pese a todo, el crecimiento de la economía hondureña se mantendrá incólume, y, de repente, puede hasta ser más elevado su porcentaje en relación con el producto interno bruto. Estamos, pues, ante un milagro del siglo 21.
“Consideramos –dice el presidente interino del Banco Central (BCH), Manuel Bautista—que todas las tendencias se mantienen y que vamos a crecer en 3,5%. Vamos en un buena tendencia, pese a que este nivel depende de las políticas de inversión que, en su momento, podrían ser superior a esta cifra”.
Eso nos recuerda el chiste del suicida que se tiró del último piso del Empire State Building (Nueva York) y cuando en la caída iba por el quinto piso reflexionó: “Todavía estoy bien…” Por supuesto, no es de extrañar tanto optimismo: en el gobierno actual los funcionarios tienen prohibido dar malas noticias, y, por el contrario, están obligados a inventar las buenas, so pena de ser destituidos.
Más prudente es el juicio del prestigiado economista y político D. Jorge Bueso Arias. “La esperanza es lo último que se pierde”, dice, para luego expresar que “a pesar de la crisis económica sufrida durante este año, se espera que la situación de la economía mejore el próximo año”.
El presidente interino del BCH insiste en que la inversión pública y privada están estables, y, gracias a como están las tasas de interés, hay buenas oportunidades de invertir y crear empresas. Así, la actividad agrícola podría repuntar, el sector financiero, el sector industrial, el comercio y los servicios van viento en popa.
Lo único deprimido –añade este funcionario—es la industria de la construcción (de caracter estratégico) y la explotación de algunos rubros. No se menciona, quizás por irrelevante, la caída de los precios internacionales del café (rubro estratégico), del aceite de palma africana, de los granos básicos, ni la sequía prolongada y el aumento de la inseguridad ciudadana y jurídica.
Tampoco se hace referencia al golpe contra el Grupo Continental y el cierre –por no decir desmantelamiento—de sus 52 empresas, con el consecuente desempleo masivo, ni de la destrucción progresiva de medianas y pequeñas empresas a causa del sistema tributario desordenado y confiscatorio, a cargo de la DEI que se ufana de haber cerrado solo en el mes anterior 74 empresas.
Sin embargo, la economía se mueve. “E pur si move”, como decía el sacrificado Galileo que alegaba al Santo Oficio de la Inquisición que el planeta Tierra redonda se movía en su eje alrededor del sol, cuando la verdad oficial era la de la Tierra plana nadando en el espacio sideral.
Puestas las cosas de esa manera, y ahora con el artilugio de las encuestas sesgadas, los cálculos estadísticos acomodados al gusto del sistema, y, sobre todo, la entrega de los medios de comunicación al masaje informativo y al pingüe negocio de la propaganda gubernamental, el milagro hondureño está a la vista… aunque sin la debida garantía.
