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viernes, mayo 17, 2024

¿ Efecto dominó ?

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Efrain Bu Figueroa

Para muchos la caída del Presidente guatemalteco Otto Perez genera  expectativas similares en Honduras. Otros,  argumentan que la realidad de Guatemala es distinta a la nuestra;  opinan que alla si hay institucionalidad y la carencia de partidos políticos sólidos impide el enraizamiento del Presidente en el poder. Es probable que haya razones válidas o no en ambas partes. Pero… la realidad es una, la corrupción es corrupción, llámesela como quiera llamársela aquí, en Guatemala o donde sea.

En la década de los ochentas, también se decía que la revolución sandinista se expandiría irremediablemente a Honduras y los creyentes llegaron hasta vender el territorio nacional como “cabeza de playa” para agredir  a la nación nicaragüense y su  revolucion, dizque para impedir tal expansion. Igualmente en los creyentes del otro lado, se dieron esbozos de “foquismo” guerrillero en la región de Olancho que pronto fue eliminado. En aquella ocasión el movimiento insurreccional en Honduras fracasó, sencillamente porque no se daban las condiciones objetivas ni subjetivas para un levantamiento revolucionario apoyado por el pueblo.

Hoy, tenemos un escenario de crisis, con nuevos protagonistas, pero diferente coyuntura. Aunque nuestros países centroamericanos comparten, historia, geografía, lenguaje, cultura, pobreza etc, los acontecimientos sociales  no son estáticos para ser transpolables. Los hechos de un Pais, no necesariamente se darán por inercia mecánica en el vecino; aunque tampoco se puede negar que pueden existir influencias motivadoras y ejemplarizantes de un país a otro.

La realidad es que la lucha de los indignados y los resultados exitosos que ellos persiguen, depende de multiples factores: sus objetivos estratégicos y los movimientos tácticos para lograr aquellos;  su nivel organizativo, su complementación con otros  sectores, como los sindicatos, gremios, sociedad civil y la oposición política. Para su sostenibilidad duradera, el movimiento de indignados, no puede mantenerse permanentemente en el espontaneismo, la emoción y  la improvisación. Tampoco en estar reaccionando sin orientación ante las acciones  gubernamentales, que ha optado por esperar pacientemente el agotamiento fisico y anímico de los indignados.

La contrapropuesta SIHCIC, se ha fortalecido con el aval declarado de la OEA/ONU, quienes se deslegitimaron en su papel de “ facilitadores” que, lejos de facilitar, vinieron a “enredar” al parcializarce con el poder y confrontar a la oposición; con las desafortunadas expresiones del “facilitador“ que desdicen mucho del papel armonizador que se le encargó; convirtiéndose prácticamente en vocero publicitario de la propuesta de JOH.

Al final de la jornada,  la OEA/ONU vinieron a mediatizar el proceso y agudizar las contradicciones entre el pueblo y el gobierno, olvidando Biehl del Rio  que el minoritario no es el pueblo indignado; al contrario,  es mas bien el gobierno, elegido tan solo por el 34% de los votantes inscritos, y con fraude,  lo que cuestiona su legitimidad.

El asunto ahora, cuando el gobierno lleva la delantera para neutralizar a los indignados, es, como responder a la estrategia  gubernamental.

La oposición política se muestra apagada en el tema, debilitada por sus propias rupturas internas, sin liderazgo aglutinador y creativo, sin estrategia y solo reaccionando ante cada movimiento del gobierno, que maneja solidamente a los medios corporativos, las fuerzas castrenses y los tres poderes del Estado. A eso se le suma las fisuras que ya se comienzan a observar dentro de los indignados y la caída cuantitativa, visible en su ultima movilización. “Divide y venceras” dice el viejo adagio y tal parece que el gobierno ha movido exitosamente sus piezas del ajedrez político, pues ya tiene desarticulada a la oposición politica,  agotándose a los indignados y a la OEA de su lado.

La impetuosidad de los indignados  y sus resultados, podria cambiar favorablemente en la medida en que dejen de lado sus diferencias internas, amplien su base participativa y busquen amalgamarse con la oposición legislativa, actuando esta como su brazo politico;  establecer alianzas  internacionales  y escalar a originales formas de lucha social. La solución no será por un efecto dominó guatemalteco. Consiste en encontrar el nudo dialectico y acelerar los motores para desenredarlo, y esa,  es una solución puramente hondureña.

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