MÉXICO. Con el compromiso de entregar el corazón en las operaciones de rescate que se realizan en suelo mexicanO, la delegación del Cuerpo de Bomberos de Honduras viajó a tierras aztecas para brindar su ayuda luego del reciente terremoto.
Los 36 rescatistas arribaron anoche al país norteamericano para integrarse al equipo de búsqueda y socorro en distintas regiones de México.
Durante siete días, los uniformados, especialistas en respuesta a catástrofes; aportarán su granito de arena para rescatar a cientos de mexicanos que aún albergan una esperanza entre los escombros.
Un plazo de tiempo que está sujeto a cambios en caso de ser solicitado por las autoridades de la nación norteamericana.
A lo largo de los años; los socorristas hondureños han destacado en operaciones de rescate por todo el mundo gracias a su entrega y pasión. No es la primera vez que Honduras ofrece asistencia a países afectados por fenómenos naturales.
El pasado martes, México sufrió una sacudida sísmica de 7.1 en la escala de Richter que ha dejado un saldo de 250 muertos hasta la fecha. El estado de emergencia se mantiene activo en distintos estados de la nación.
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Terremoto: Colapsó cúpula de una iglesia durante un bautismo
Puebla, México. Arizbeth Escamilla tenía apenas dos meses de edad, pero sus padres querían que recibiera la «bendición de Dios».
Por lo tanto, pusieron en marcha los preparativos para que su hija fuera bautizada el martes pasado en la iglesia Santiago Apóstol de Atzala, estado de Puebla. A unos 170 kilómetros al sureste de Ciudad de México.
Sin embargo, la ilusión no se concretó. Mientras se realizaba la ceremonia, el violento terremoto hizo colapsar la cúpula del templo que cayó sobre los feligreses.
En menos de 30 segundos, el techo de piedra de esta iglesia del siglo XVII se vino abajo.
Tanto la pequeña como su mamá y su hermanita perdieron la vida. Mientras que su padre, Ismael, se debate entre la vida y la muerte en un hospital.
Un total de 12 cuerpos han sido rescatados hasta el momento entre los escombros del tempo. El sacerdote y el sacristán que oficiaban la ceremonia, lograron sobrevivir.
Los propios pobladores de Atzala se organizaron para remover escombros. Asimismo, pusieron velas junto a los cuerpos de los fallecidos, cubiertos con sábanas.
