Redacción.– Fue una fotografía de aspecto inofensivo la que hizo caer a Zheng Xiaoqing, antiguo empleado del conglomerado energético General Electric Power.
Según una acusación del Departamento de Justicia (DOJ) de EE.UU., el ciudadano estadounidense ocultó archivos confidenciales robados a sus empleadores en el código binario de una fotografía digital de una puesta de sol, que Zheng se envió a sí mismo por correo.
Se trata de una técnica denominada esteganografía, que consiste en ocultar un archivo de datos dentro del código de otro archivo de datos. Zheng la utilizó en múltiples ocasiones para sustraer archivos confidenciales de General Electric.
General Electric es un conglomerado multinacional conocido por sus actividades en los sectores sanitario, energético y aeroespacial, que fabrica desde frigoríficos hasta motores de aviación.
La información robada por Zheng estaba relacionada con el diseño y la fabricación de turbinas de gas y vapor, incluidos álabes y juntas de turbina.
El contenido, considerado de alto valor, fue enviado a su cómplice en China. En última instancia, beneficiaría al gobierno chino, así como a empresas y universidades con sede en ese país.
Zheng fue condenado a dos años de prisión a principios de este mes. Es el último de una serie de casos similares perseguidos por las autoridades estadounidenses.
En noviembre, al ciudadano chino Xu Yanjun, lo condenaron a 20 años de cárcel por conspirar para robar secretos comerciales de varias empresas aeronáuticas y aeroespaciales estadounidenses, entre ellas General Electric.
Lea también: Alta tecnología: así es el metaverso que prepara China
El robo de secretos comerciales forma parte de una lucha más amplia en la que China se esfuerza por adquirir conocimientos tecnológicos para impulsar su economía. También, su desafío al orden geopolítico, mientras Estados Unidos hace todo lo posible por impedir que surja un competidor serio de su poderío.
El robo de secretos comerciales es atractivo porque permite a los países «dar saltos en las cadenas de valor mundiales con relativa rapidez, y sin los costes, tanto en términos de tiempo como de dinero, de depender de las capacidades autóctonas», explicó a la BBC Nick Marro, de la Unidad de Inteligencia de The Economist.
El pasado mes de julio, el director del FBI, Christopher Wray, afirmó en una reunión de empresarios y académicos realizada en Londres que China pretendía «saquear» la propiedad intelectual de las empresas occidentales para acelerar su propio desarrollo industrial y acabar dominando sectores clave.
Advirtió de que estaba espiando a empresas de todo el mundo. «Desde las grandes ciudades a los pueblos pequeños, desde las empresas de la lista Fortune 100 hasta las start-up. Pasando por las que se dedican a todo tipo de actividades, desde la aviación a la inteligencia artificial o la industria farmacéutica».
En aquel momento, el entonces portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Zhao Lijian, dijo que Wray estaba «difamando a China» y que tenía una «mentalidad de Guerra Fría».