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miércoles, mayo 1, 2024

Castelar, Oquelí y el encuentro de la razón poética

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Rolando Sierra Fonseca

José Adán Castelar es un prolífico poeta que desde la década de los setenta del siglo pasado ha mantenido una producción sostenida con cerca de diez libros publicados. La poesía de Castelar es rigurosamente trabajada que transita entre la poesía  política, social y amorosa. Es la poesía que además de tener la sensibilidad de sentir y denunciar el presente, es una poesía de la memoria de quien ve el presente siempre en relación con el pasado y es que como escribiera uno de su mejores amigos poetas como lo fue Rigoberto Paredes: “A los seis meses llegó a La Ceiba. De joven leyó a los clásicos francés, ingleses y a los griegos, desde luego que en idioma español. Sus lecturas fueron desordenadas, pero de ahí saco su inspiración. Llegó a las letras porque necesitaba tener una identidad. Para Castelar, la poesía, además de ser un acto de magia, es una salvación, una salvación del cuerpo y del espíritu. Ama la música y desea que su poema sea musical, que tenga música”.

Pero como lo ha relatado su acercamiento y llegada a las letras tiene varias raíces y orígenes y ha tenido como objetivo principal el encuentro con una identidad: “Mi apego a las letras nació, no sé si decir por vocación natural o por iniciativa propia o por un problema congénito, creo que por las tres cosas. Pero más porque necesitaba tener una identidad. Desde pequeño me gustó leer y escribir. Leí el cuento de Peter Pan, el cual nunca moría, siempre renacía” (http://joseadancastelar.blogspot.com/).

José Adán Castelar, ha pertenecido al conocido grupo de poetas caribeños La Voz Convocada, grupo literario de la Ceiba, que rectoraba el también poeta Nelson Marren, ha colaborado en los suplementos de los diarios El Día, La Prensa y El Tiempo, como también en la Revista Presente. Dirigió en Tegucigalpa el plegable literario “Cuarto brujo”. También ha sido el director de la Hemeroteca Nacional. Ha publicado los libros de poesia, Entretanto (1979); Sin olvidar la humillación (1987); Poema estacional (1989); Tiempo ganado al mundo (1989); También el mar (1991); Rutina (1992); Rincón de espejos (1994); Laodamia (1999); Venus en el campo (2001); Cauces y la última estación (2006); Entre abedules y La plaza roja (2013). Castelar ha ganado premios literarios como Itzamná (1982), Roberto Sosa (1986), Juan Ramón Molina (1988) y el Nacional de Literatura Ramón Rosa (2003). Fue director de la Hemeroteca Nacional. En cuento ha publicado La noche en que a Supermán le cortaron las alas (1991) y  Cuentos breves y distantes (2011).

También para Castelar el poeta crea por medio de  la palabra, pero desde la constancia de su trabajo. Del estudio y la dedicación “El poeta nace y se hace a través del estudio y de su obra, por medio de la técnica aprendida y de los golpes que le va dando la vida. Su obra puede ser de diferentes tendencias. Cuesta mucho trabajo ser poeta, pero en la juventud existe ese deseo de ser original, de encontrar la originalidad. La originalidad se busca en la juventud y se alcanza ya con los años” ( www.elheraldo.hn/csp/mediapool/sites/ElHeraldo/OtrasSecciones/NuestrasRevistas/story.csp?cid=627519&sid=1653&fid=373)

Ya en su libro Poema Estacional de 1988 Castelar establecía su relación con la poesía y en su poema así titulado expresaba: “Me gustaría ir contigo siempre por todos los caminos de la tierra hasta la muerte.
Pero temo, siempre temo a los finales que no conozco” (Castelar, 1988, pp. 53).

De hecho su vida ha sido un permanente ir por la poesía, un continuado transmitir su lectura de la vida social y política, del tiempo, del mar, de las ciudades, de las personas y figuras. Porque la poesía es también para Castelar tal como lo define en libro que comentamos: “Ciencia exacta. Rayo que llena de árboles a la inmortal Nada.
Viento matemático de lo invisible, pero que existe porque vive el que ha hecho de la palabra un hogar, un cielo de sol en lo desconocido.
Bajo el auspicio de cualquier dios” (p. 17).

En ese sentido la poesía es para él intuición reveladora y el medio de crear por medio de la palabra. Porque en “la estratagema de la palabra”  Castelar confiesa “He descubierto que la palabra está más viva que yo y que debo respetarla, tanto que sin ella no existo, ella es que la que me da la vida”: http://tribunalibreolanchito.blogspot.com/2010/03/entrevista-al-poeta-jose-adan-castelar.html#ixzz3l3qGA4Qf

Es así que él mismo define que su poesía: “siempre ha estado al servicio de los excluidos y clandestinos. Si estuviéramos en la década de 1980, la insurrección hubiera sido la única salida; pero ahora hay otras instancias, otras prerrogativas a nivel internacional, en tiempo contado, claro. Además, los políticos tienen otras armas: el diálogo y el entendimiento. “El tiempo trae la sed”, dijo Horacio. Y también las acciones, digo yo” ( http://www.rebelion.org/noticia.php?id=92439).

Así, la palabra poética de Castelar sobre Ramón Oquelí transmite no la reflexión puramente racional sino el sentido y compromiso de su vida intelectual, mediante el descubrimiento y a la encarnación en la palabra poética del otro que es Oquelí.

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