México.- Aristóteles definía la trama como el principio fundamental de la imitación de la acción y la tragedia. Concepto que puede aplicarse para describir el peculiar escenario que se presentaba en la semifinal del torneo Guardianes entre Cruz Azul y Pumas.
Los cementeros estaban a las puertas de repetir un guion digno de película, que ni el escritor más aclamado de Hollywood podría recrear con tanta perfección. Una final contra León.
Sin embargo, fueron los Pumas el equipo que llegó a la fiesta grande del fútbol mexicano, con un 4-0 de proporciones históricas que dejó a los celestes sin la posibilidad de enfrentar al rival contra el que ganaron su último título en una fecha como hoy.
La crónica del último título de Cruz Azul
El 7 de diciembre de 1997, León y Cruz Azul se veían las caras en un estadio Nou Camp abarrotado por 42,000 espectadores, testigos de una noche histórica que figura entre las más memorables para el fútbol Azteca.
Los esmeraldas de Carlos Reinoso, líderes de aquel Torneo Apertura, partían como favoritos pese a la ventaja mínima de 1-0 que el equipo cementero había conseguido en la ida. Una diferencia que fue abolida por el gol de Eduardo Espinosa a los 53 minutos de partido, dando lugar a la prorroga.
Transcurrían 10 minutos del primer tiempo extra, cuando el guardameta de la fiera, Ángel David Comizzo, salió en búsqueda de un balón aéreo despejado en primera instancia por la zaga. La descoordinación en la zona defensiva de León, acabó con Carlos Hermosillo dentro del área siendo derribado por el arquero.
Por si fuera poco, Comizzo le propinaría una innecesaria patada en el rostro al atacante cementero, cuando ambos se encontraban tendidos sobre el césped. Pero esta acción no detuvo a Hermosillo, que con la cara ensangrentada fue capaz de anotar desde el punto penal, el Gol de Oro que le dio el octavo y último título a Cruz Azul hasta la fecha.
La interminable espera de los cementeros
Desde entonces, han pasado 23 años de eterna espera, de promesas vacías e ilusiones renovadas, para una afición ansiosa, que ha soportado los embates de seis finales perdidas agotando la paciencia de algunos que han decidido tirar la toalla y encontrar refugio en otros colores.
Dentro de esas seis finales erradas, se incluye el fatídico desenlace en el Torneo Clausura 2013, cuando el portero americanista Moisés Muñoz, destrozó a 4 minutos del final, los sueños de un equipo acostumbrado a sufrir.
Ni siquiera este 2020 pudo ser el bueno para Cruz Azul. Un año tan inédito como impredecible que por contexto, parecía ser el escenario ideal para que el equipo cementero pudiese salir del abismo.
Ahora, sólo les queda confiar en que la perseverancia ofrece sus frutos, pues la calidad individual y colectiva sigue estando presente en un equipo que ha competido bien los últimos dos torneos. Lo cierto es que el Cruz Azul nunca dejará de intentarlo, con la esperanza de que algún día se aplique lo dicho por aquel viejo refrán:
«No hay mal que dure 100 años, ni equipo que lo resista».
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