Si hay algo que comparten las compañías tecnológicas rivales Apple y Samsung es al hombre que está detrás de las pantallas de sus smartphones, el empresario Yeung Kim-man, fundador y director ejecutivo de Biel Crystal.
La compañía, ubicada en Hong Kong, es una de sus más grandes proveedores de cubiertas de vidrio. Su control del negocio y su capacidad por defenderse de la competencia le han dado a Yeung un patrimonio neto estimado en US$7.200 millones, de acuerdo con el índice de multimillonarios de Bloomberg.
Así, con el liderazgo en el mercado de cubiertas de vidrio, Yeung Kin-man se ha convertido en el décimo hombre más rico de Hong Kong. Sin embargo, ¿cómo este emprendedor decidió ingresar a ese mercado?
Como reseña el portal Bloomberg Business, Yeung ingresó al negocio de la manufactura casi tres décadas atrás como proveedor de cubiertas de vidrio para relojes. «Él inició la producción de cubiertas de vidrio para smartphones luego que la pantalla de plástico de su celular se dañara fácilmente. Eso hizo que Yeungs recomendara usar cubiertas de vidrio a los fabricantes de smartphones», apuntó el medio «Chutian Metropolis Daily».
Recibir la orden de fabricar un millón de pantallas para el Motorla Razr fue el primer paso en el negocio, precisa el periódico Hong Kong Economic Journal. Luego, producía 100 millones de cubiertas para el mercado móvil. La compañía comenzó a trabajar con Apple cuando la primera generación de iPhone salió al mercado en el 2007.
«Nosotros intentamos siempre crear algo nuevo», dijo Yeung, quien ha desarrollado una tecnología a prueba de huellas dactilares. «Para mejorar la resistencia al rayado, desarrollamos cristal de zafiro».
Gracias a su poderío, señala Bloomberg Business, la compañía Biel se ha valorado en unos US$14.200 millones, como estimó el 23 de setiembre pasado el presidente de la universidad local de Hong Kong, Way Kuo. Con el fin de incrementar su volúmen de ventas, Biel se ha expandido en más de 1.2 millones de metros cuadrados de área de producción y emplea a más de 100 mil trabajadores.
El Comercio
