Testimonio sobre Xiomara, su superioridad moral… y una visión

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xiomara
Xiomara Castro sera la candidata a la presidencia por el partido Libre.

Rodolfo Pastor Fasquelle

Rodolfo Pastor Fasquelle.
Rodolfo Pastor Fasquelle.

Son muy distintos entre ellos pero Mel y Xiomara me recuerdan las antiguas figurillas en barro del Valle de Sula, que ha estudiado Rosemary Joyce y que representan parejas en una sola pieza. Indivisibles. Y puesto quedetrás de un gran hombre dice el viejo dicho hay siempre una gran mujer, no debería sorprender que, detrás de esta mujer, se plante después, firme, quien antes fuera el beneficiario de su fortaleza. Xiomara es una mujer práctica.

Pero además, confiable. Ningún otro candidato ha demostrado -de lejos- una condición  moral, como la de Xiomara Castro de Zelaya. A esta edad que cargo, he conocido en el ejercicio del poder a una docena de jefes de estado, ninguno tan firme como ella, ninguno que estuviera -como ella- por encima de cualquier tentación.  Otra gente sin duda sabe más de economía, de ecología y recursos, de cultura y artes, de política, por supuesto. Pero esos son saberes, conocimientos que se pueden consultar a sus colaboradores y el éxito de un gobernante consiste en rodearse de gente que sabe, no en pretender saberlo todo o saber más que otro.

En esta cultura subdesarrollada, machista y provinciana es fácil imputarle defectos o carencias al mas excelso entre nosotros,  denostar y aun descalificar e insultar a cualquiera, especialmente a una dama, reclamar fallas y lagunas sin que queden demostradas, apuntarle delitos a cualquiera por peregrinas que resulten las acusaciones. Es difícil en cambio calibrar justamente o reconocerle virtudes a una figura pública que –por pertenecer a una facción y a un partido, por tener o representar a una autoridad o aspiración que rivaliza con otras o una posición que contradice otros intereses– despierta antipatías o pasiones. Sin sorpresa, yo vi como se la insultó y descalificó cuando –por vez primera hace un puño de años– Xiomara fue candidata a la presidencia. Escuché repetidos los viles ataques que propagaban la prensa comprada y la catacumba bipartidista.  No se la acusaba de haber tenido un desliz, de haber comprado casa con fondos sospechosos aquí o en el extranjero, no se le imputaba como a otras ninguna especifica actuación ilegal, como tomar fondos del estado. Se le suponían incapacidades antojadizas. Se aseguraba que se prestaría a ser simple títere en vez de la pareja fiel de Manuel Zelaya, se valían de chismes y papeles inservibles para acusarla de  delitos inventados y se le insinuaban faltas de carácter inexistentes.

Desvalorizaban en cambio sus logros, sus virtudes genuinas, su servicio desinteresado, su valentía para enfrentar a los represores, su constancia y fidelidad con su marido perseguido y acosado internacionalmente. Lo mismo que me inspiraba de ella era sistemáticamente adulterado para convertirlo en tacha y defecto.

No me voy a impostar de íntimo de la candidata. Nunca lo fui, aunque tuvo la gentileza de escucharme. Recuerdo haber tenido que hacerle antesala, como a Mel. Tampoco en su caso hice, ni haré acepción de persona, pero no recuerdo a nadie que entendiera mejor esa entereza, con igual dignidad. Le disculpo, como a todos mis menores en edad, que hubiese cometido ingenuidades como la de aceptarle amistad a un sinvergüenza como el Chino o consejo inapropiado al cardenal. Tuve con ella, siendo funcionario y con la gente que la rodeaba más de un desacuerdo, cuando hubo que darle nombre propio a la Red Solidaria que ella inspiró dentro del Gabinete. Pero también recuerdo que divagaba menos y siempre estaba dispuesta a escuchar y al trabajo. Que era más humilde que Mel, mas fiable en la reciprocidad, que no prestaba oído a las murmuraciones ni se ensimismaba en el espejo de modo que era menos vulnerable a la intriga y menos vanidosa.

Quizás la calidad que mejor define a Xiomara es esa firmeza. No es inflexible. Cambia cuando debe y como se debe de cambiar para responder a la necesidad y para acomodar la circunstancia, en vez de desgastarse en la terquedad, que es otra cosa. Pero es completamente confiable. No da de bandazos. No se deja engañar por los discursos y por las falsas retóricas. No tiene retórica. Tiene palabra. Es sólida.  La mayor parte de la gente es voluble. Tengo mil amigos y parientes que son inteligentes e informados, pero inconstantes. Fácilmente se dejan influenciar, sugestionar. Xiomara no.  Ni se envaneció en el poder, ni desmayó con la caída. Y se que después de la ética, esa firmeza es la segunda más necesaria virtud en un gobernante. Se ocupa para ordenar…

«Xiomara presidirá unas jornadas de oro y luz en la próxima historia de Honduras, una alborada de la nación, de un país digno y maduro, de una hondureñidad victoriosa en su conquista de la justicia».

No solo son una pareja política proverbial, Mel y Xiomara. Soy testigo también del respeto y cariño que hay entre ellos, aun cuando discrepan. Mel es su contraparte, su media naranja, es el complemento de su personalidad. Xiomara surgió a la política por Mel como, en otro tiempo lugar Evita o luego Cristina, como aquí doña Nora o en EUA  Hillary surgió por Bill Clinton. Mel no le va a tener que hacer antesala a Xiomara. Va a entrar a esa oficina sin pedir permiso. Hablará cuando sienta que debe hacerlo con vehemencia. Ella va a escuchar todo lo que le tiene que decir. Cuidadosamente. Va a apreciarlo bien. Lo va a tomar siempre en cuenta. Como las opiniones y el criterio de otra gente más ilustrada, que ella sabe que no es la que mas habla o la que adorna más lo que dice. Discrimina mejor a su interlocutor Xiomara, y al final del día, va a tomar su decisión propia. Pero no hará nada que comprometa su conciencia y no pecará tampoco por omisión, dejando de hacer lo que su conciencia le dicte que es preciso. Esa es garantía de que tendremos otra clase de gobierno.

 

No soy profeta. No lo puedo saber, pero intuyo y atisbo lo que viene. Xiomara presidirá unas jornadas de oro y luz en la próxima historia de Honduras, una alborada de la nación, de un país digno y maduro, de una hondureñidad victoriosa en su conquista de la justicia. Nos va a gobernar bien mientras se convoca y elige a la constituyente. Después, por designación de esa Asamblea, hasta que –concluido su trabajo y publicada una propuesta de constitución– se celebre el plebiscito  ratificador y luego Xiomara presidirá sobre elecciones que serán –esas si, Hugo–  las más limpias y transparentes de la historia de Honduras, para elegir al primer gobierno de una nueva época de democracia estable y prosperidad compartida, de pleno empleo y crecimiento vigoroso. De reconstrucción del tejido social sobre una estructura justa y firme, con un modelo sustentable. Un régimen de derecho, con una ley hecha por todos para todos y con el compromiso de obediencia de todos. Nadie más puede conseguirnos eso. Nadie.