«No me mates, papito, no me mates», relato de ayudante de bus Impala en San Pedro Sula

El motorista rogó por su vida, segundos antes de ser cruelmente asesinado.

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CORTÉS. Entre lágrimas y con terror, el ayudante de bus Impala relató cómo el motorista rogó por su vida: «No me mates, papito, no me mates», dijo.

El relato anónimo del ayudante de esta unidad de transporte mostró los minutos de terror que vivieron cuando fueron interceptados.

RELATO DE AYUDANTE DE IMPALA

Íbamos con la puerta cerrada, el bus iba lleno de pasajeros y estábamos por la Avenida Junior de San Pedro Sula, contó.

De repente un vehículo tipo camioneta los interceptó y a punta de armas de fuego obligaron al otro ayudante a que abriera la puerta.

Asimismo, procedieron a sacarlo del bus y lo pusieron boca abajo en el pavimento y le dispararon una vez. Pero no sabe si la bala lo impactó, añadió el testigo anónimo.

Antes de dispararle a uno de los ayudantes, los tres malhechores que se bajaron del vehículo dijeron: «No queremos hacer esto pero no se ponen de acuerdo».

Luego, ingresaron a la unidad de transporte a «encañonar» al motorista que aterrorizado y sabiendo lo que se avecinaba rogó por su vida. «No me mates, papito, no me mates. Tengo hijos y tengo que criarlos», expresó.

No es la primera vez que atacan esta ruta de transporte.
No es la primera vez que atacan esta ruta de transporte.

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Según el ayudante que estaba dentro de la unidad, lo repitió al menos cinco veces hasta que le dispararon; y la joven que iba a su lado en la cabina, también recibió un disparo por parte de los individuos.

Tras cometer el crimen, los tres hombres huyeron y el ayudante que habían puesto boca abajo llegó a pedir ayuda a los pasajeros.

El motorista seguía vivo, pero todos se quedaron inmóviles ante el crimen. Estuvo vivo más de 25 minutos pero solo lo bajó de la unidad para llevarlo al hospital. Pero minutos después, falleció.

JOVEN PASAJERA FUE ASESINADA

Por otra parte, el testigo negó poder reconocer a los criminales, pues iban cubiertos con pasamontañas y gorras. Al relató agregó:

«Somos gente humilde, trabajamos. Por llevar 50 o 200 lempiras a la casa arriesgamos nuestra vida», dijo entre lágrimas.

La joven pasajera no tenía nada que ver en el asunto, pero los malhechores prefirieron no dejar rastro del crimen; y la mujer pudo haber visto parte de sus rostros.

Finalmente, tras el cruel asesinato, aumenta la lista de transportistas asesinados y no hay ninguna acción por parte de las autoridades. Pese a que se tiene un acuerdo en el que deben brindarles seguridad, finalizó el testigo anónimo.