Después de participar en un foro de discusión para combatir la pobreza, efectuado en Daegu (Corea del Sur), el secretario de Desarrollo Económico, Alden Rivera, ha informado que Honduras se incorporará a la estrategia surcoreana denominada Saemul Undong (La Nueva Villa).
“La estrategia tiene un enfoque completamente diferenciado –dice el secretario de Desarrollo Económico–. Aquí no está planteada la asistencia humanitaria para las familias más pobres. Está planteada para mejorar los ingresos de las familias más pobres, en que el trabajo comunitario ocupa un espacio muy importante”.
Dicha estrategia, aplicada en 54 países de Asia y África supuestamente con buenos resultados, “ha llamado la atención en Colombia, Paraguay y Honduras, que podrían ser los primeros en implementar la estrategia en Latinoamérica”.
Pero, para aplicarla en Honduras, hay que “tropicalizarla” en conformidad con los objetivos de la Estrategia del Milenio, la cual, dicho sea de paso, ha sido un lamentable fracaso, y, además, exige “cambiar la mentalidad de la ciudadanía para empoderarla con el desarrollo de las comunidades a través de la asistencia gubernamental”.
Asimismo, la adopción del programa Saemul Undong (La Nueva Villa) conviene realizarla en el ámbito regional, con todos los países de América Central, algo que, como es natural, es sumamente fácil, diremos pan comido. De cualquier manera, ya tenemos los hondureños un novedoso arranque para la reducción de la pobreza, de invención surcoreana, que sirvió para transformar aquel próspero país, prácticamente protectorado de Estados Unidos de América.
Comprendemos el entusiasmo del gobierno respecto a esta estrategia, pues sintoniza con la filosofía y la doctrina neoliberal, que se desmarca de “la asistencia humanitaria para las familias más pobres”. Una estrategia que se sumará a las otras iniciativas calenturientas de desarrollo económico de la administración Hernández Alvarado y del Partido Nacional (PN) “hecho poder”.
De prosperar esta estrategia en Honduras, al margen de la cooperación externa que no cabe en el proyecto, pero con el apoyo total de las corporaciones municipales, del gobierno central y de la ciudadanía en general, ya no sería necesario importar frijoles de Etiopía, ni maíz de Estados Unidos, ni papas de Holanda, ni carnes producidas en el extranjero.
Las tristemente célebres ZEDES (Zonas Especiales de Desarrollo), con venta de la soberanía y del país que nadie quiso comprar, pasarán olvidadas a las páginas negras de la Historia de Honduras. Asimismo, el atraco de los megaproyectos público-privados quedará opacado con La Nueva Villa, el último alarido de la propaganda oficialista, que pasará a ser la estrella polar del desarrollo catracho, junto con la cruzada por el cambio climático declarada en París con lujo de fantasía y de cinismo retórico.
