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viernes, mayo 17, 2024

Puro “show”

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El expresidente José Manuel Zelaya Rosales ha manifestado claramente que el Partido Libertad y Refundación (LIBRE), que él coordina, no participará en el “diálogo” nacional montado por el ciudadano presidente Juan Orlando Hernández, que es espectáculo de distracción.

El expresidente Zelaya Rosales recalca la inexistencia o imposibilidad de ese “diálogo” pues se trata de “un ‘show’. Lo que están haciendo es perder el tiempo y sin resolver absolutamente nada”.

La posición de LIBRE, segundo partido en volumen de votación, es unánime con los partidos de oposición, Liberal (PL),  Anticorrupción (PAC) e Innovación y Unidad (PINU), que anteponen las arras de una Comisión Internacional Contra la Impunidad (CICI); la anulación del fallo de la Sala de lo Constitucional que deroga la prohibición pétrea de la reelección presidencial; la reforma electoral, y la participación plena de los partidos políticos en el Tribunal Supremo Electoral (TSE).

Un planteamiento similar lo ha hecho un grupo portavoz de la Oposición Indignada, que, obviamente, tendría necesariamente que navegar con bandera blanca, tomando en cuenta la naturaleza de su representación, que es fundamentalmente de obligación democrática y de rechazo a cualquier iniciativa de consolidación del régimen continuista, autoritario y corrupto.

La reiteración de esa determinación, en lo que toca a LIBRE, se hace a la llegada del “facilitador” de la OEA, embajador John Biehl, acompañado del asesor de la ONU Alejandro Bendaña, y de una troupe diplomática de la OEA, lo cual indica, de entrada, lo escabroso del camino por recorrer en esa aventura de facilitación dialogística.

Quiérase o no, el desarrollo de la crisis política en Guatemala, pasando por las elecciones generales forzadas y por el peso de la oposición indignada contra el sistema, influye notablemente en la atmósfera política de Honduras, acremente contaminada de corrupción y designios totalitarios. En el fondo subyace la crisis de representación.

Los señores de la OEA y de la ONU,  con su experticia diplomática, saben de estos problemas, pero difícilmente podrían superar los condicionamientos locales de la élite del poder, que, ante la dinámica radicular de la opinión pública mejor informada y más consciente de las máscaras de la política, opta por el statu quo vernáculo a como haya lugar. La alternativa del diálogo es, en estas circunstancias, impracticable. Se impone el ukase.

No se trata, en manera alguna, de interpretación pesimista de nuestra realidad, sino de visión realista necesaria para el avance democrático de la sociedad hondureña, que, de hecho, lo reclama en las calles con las “marchas de las antorchas”. Estamos más allá de la consigna revolucionaria “Sufragio libre. No reelección”, del siglo pasado. Ahora vamos por el camino constituyente…

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