Es bien sabido que conducir luego de una noche de copas es un acto irresponsable que pone en riesgo la vida de las personas. Por ende, se aplican sanciones a los conductores en estado de ebriedad, dependiendo del grado de alicoramiento.
Cabe destacar que el nivel de embriaguez no se mide por el número de tragos sino por los miligramos de alcohol por cada 100 mililitros de sangre. ¿Por qué? porque
la reacción del licor es diferente en cada organismo.
Entre otras razones porque es un hecho que las bebidas alcohólicas, independientemente de la cantidad, afectan los reflejos, reducen el campo visual. También, intervienen en la capacidad de reacción ante un imprevisto.
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«El alcohol es una sustancia que reduce la función del cerebro, afectando el pensamiento, el razonamiento y la coordinación muscular. Por ello, también las habilidades esenciales para operar un vehículo de manera segura«, destaca la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras de EE. UU.
De acuerdo con Medicina Legal, a nivel internacional se ha determinado que una unidad alcohólica, es decir 10 ml de alcohol puro, genera una alcoholemia de 20 a 25 mg/dL.
«Esta unidad alcohólica correspondería a la dosis social, que equivaldría a un trago de
whisky (30 cm3), a una pinta de cerveza (330 cm3) o a una copa de vino (250 cm3)«, se lee en la Guía para la determinación clínica forense del estado de embriaguez aguda del instituto mencionado.
Teniendo en cuenta la anterior información, con solo tomar una cerveza en lata (de 330 ml) usted dará positivo en una prueba de alcoholemia. Esto desencadenará la inmovilización de su vehículo, la suspensión de su licencia de conducción y una multa económica.