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lunes, julio 1, 2024

Presupuesto 2016

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Como de costumbre, el congreso nacional aprobó en un solo debate, y sin dar lugar al debido análisis del dictamen correspondiente, la Ley del Presupuesto General de Ingresos y Egresos de la República para 2016, con un aumento de casi 22,5 mil millones de lempiras en comparación con el del año anterior.

El monto total del Presupuesto General de 2016 asciende a 206,321.5 mil millones de lempiras, y en su ajuste final, por parte del Ejecutivo, se le aumentaron 6 mil millones de lempiras (2 mil millones dizque para inversión social e infraestructura y 4 mil millones para justicia, defensa y seguridad social).

La orientación de este presupuesto no es, como cabía esperar, de inversión productiva sino que de naturaleza política-electoral, en sintonía con el propósito continuista, vía reelección presidencial, y, asimismo, para consolidación del régimen militar-policial enmarcado en la doctrina de la seguridad nacional.

El tinglado presupuestario, además, es característico de un país pobre y desarticulado regido en lo económico, lo fiscal y lo financiero por el Fondo Monetario Internacional (FMI), en función de un compromiso “stand.by”, en el que el 40% se destina al pago de la deuda externa, y, en lo interno, presenta una deuda acumulada de 56 mil millones de lempiras (15 mil millones por emisión de bonos estatales y 41 mil millones del sector descentralizado).

La aprobación del presupuesto, que suponía un amplio y acalorado debate en la asamblea legislativa, fue posible sin mayor discusión en gracia al concierto de los diputados del Partido Liberal (PL) con la bancada del Partido Nacional (PN) “hecho poder”, así como el amasiato de los partiditos Democracia Cristiana (DC) y Unión Democrática (UD).

El concubinato tradicional tiene, igual que en ocasiones anteriores, una connotación de dádivas ocultas, sobre todo en la distribución de los privilegios y canonjías en el interior del bazar legislativo. Eso, naturalmente, es una demostración más de la corrupción política habitual, apenas embozada, que, en la actualidad, se vuelve intolerable para la sociedad, asqueada como está, del oportunismo diputadil.

Los partidos de oposición Libertad y Refundación (LIBRE), Anticorrupción (PAC) e Innovación y Unidad (PINU) se vieron, bajo estas circunstancias, faltos de espacio para dar la batalla del presupuesto, aunque se las arreglaron, por lo menos, para dejar constancia de su inconformidad en lo relacionado con la “politización” política-electoral del presupuesto, su falta de transparencia y la tendencia del gobierno a la instrumentación del endeudamiento externo e interno para allegar fondos de dilapidación partidista.

Asimismo, el supuesto hecho de que no se contempla la creación de impuestos ni el aumento de los ya vigentes viene a ser una añagaza que consiste, en primer lugar, en la sustitución por medio del endeudamiento externo e interno progresivo, y, además, porque el meollo del castigo tributario reside en los impuestos indirectos, siempre en aumento, que, como todo el mundo sabe, es la peor carga sobre la masa popular y el más eficaz generador de pobreza y desigualdad social.

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