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jueves, mayo 2, 2024

¿Por qué hay personas que tienen más calor que otras?

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La sensación de calor, como la de frío, no depende solo de la temperatura exterior, cada uno puede percibirlo de una manera diferente.

El motivo es que hay otros factores que influyen más allá de la temperatura exterior y que puede hacernos percibir esta sensación de modo distinto a las personas que tenemos alrededor.

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El calor depende de los receptores de la piel

Nuestro cuerpo necesita una temperatura corporal que se mueve alrededor de los 36 grados. Y tiene diferentes estrategias para conseguir mantener esta temperatura.

Para ello tenemos la piel, que es la que se encarga de controlar la temperatura corporal. En la piel tenemos unos receptores, los dermoreceptores, que transmiten información de dolor y también de calor y frío. Si te fijas, cuando te quemas con agua muy caliente, también tienes sensación de dolor.

La grasa corporal o la reacción metabólica al movernos hace que varíe la sensación de calor exterior
La grasa corporal o la reacción metabólica al movernos hace que varíe la sensación de calor exterior.

Estos receptores envían la señal para que el cuerpo mantenga la temperatura. «Depende de muchos factores. Por ejemplo, tras hacer ejercicio tenemos más calor porque se ha activado el metabolismo», explica la doctora Andrea Combalia, miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología.

Así, si uno se ha movido más (ya sea en porque acaba de llegar de la calle o por su actividad en la oficina) o lleva una ropa de tela menos transpirable, ya son elementos que pueden influir en que perciba más calor.

La masa corporal también influye en el calor

La humedad ambiental también influye. Se nota sobre todo en el aire exterior de las zonas de costa. Por eso las mismas temperaturas altas se hacen más soportables en el interior de una ciudad costera.

Con el aire acondicionado el aire es más seco y aumenta la sensación de frío. «Si estamos mucho rato con el aire puesto es posible que nuestras mucosas se resequen en la nariz y la garganta», apunta la doctora Combalia. Eso facilita el dolor de garganta que relacionamos con sensación de habernos resfriado.

La masa corporal es otro elemento que influye. La grasa subcutánea, la que tenemos bajo la piel, protege del frío. «Las personas muy delgadas pueden tener más sensación de frío», añade la dermatóloga.

¿Influye el ser hombre y mujer? No es tanto una cuestión de sexo sino de la masa corporal. Un hombre o una mujer con más grasa tendrán más calor indistintamente de su sexo.

¿La percepción de la temperatura depende de la edad?

A la hora de hablar de la percepción de la temperatura, más importante es tener en cuanta la diferencia por edades.

  • Los bebés no tienen aún plenamente desarrollado el sistema regulador de la temperatura. Por eso hay que tener más cuidado de que no tengan excesivo frío ni calor.
  • El otro grupo al que hay que prestar atención son las personas mayores.

«La falta de grasa subcutánea es más evidente con las personas mayores, que han perdido tejido adiposo, por eso suelen tener más frío», explica la profesional.

Al mismo tiempo, con la edad, los centros neurálgicos a donde llegan estas señales de frío y calor se deterioran. Y pueden perder parte de la capacidad de reacción. Por ejemplo, la sensación de sed, con lo que hay más riesgo de deshidratarse o de sufrir un golpe de calor.

El tener normalmente una temperatura corporal baja no es un factor determinante para tener más sensación de calor
El tener normalmente una temperatura corporal baja no es un factor determinante para tener más sensación de calor.

Curiosamente, el tener normalmente una temperatura corporal baja, de 35 grados, no influye. «Hay mucha variabilidad de temperatura corporal. Influye el metabolismo basal. Hacemos una media. Y los 35 grados entra dentro de lo normal», añade la experta.

¿Cómo regular el aire acondicionado a gusto de todos?

Para no tener conflictos con el aire acondicionado o el ventilador por la diferente sensación de temperatura que podamos tener, lo mejor es ponerse en el lugar de los demás y en cómo deben vivir ellos la situación.

  • No poner el aire acondicionado a temperatura muy baja. A cambio, que los más calurosos se muevan menos, se pongan más cerca del aparato y se hidraten más.
  • Los más frioleros, pueden tenerlo presente y llevar una capa más de ropa en los espacios comunes.
  • En los dormitorios compartidos, dormir sin ropa unos y con pijama y sábana los otros puede ayudar a equilibrar las sensaciones.
  • En el exterior, no olvides que lo que protege del frío protege del calor. Llevar ropa de manga larga también puede proteger del sol si son tejidos finos y los colores oscuros mejor que los claros: protegen mejor del sol.
  • Por último, mojarse un poco las muñecas y la nuca, puede ayudar a dar una sensación de frescor momentánea, que ayude a pasar mejor el calor.

Fuente: Saber Vivir.


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