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sábado, mayo 18, 2024

Política pecuaria

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Para la Federación Nacional de Agricultores y Ganaderos (FENAGH) la política para la recuperación y el desarrollo de la ganadería se reduce a la creación de un fondo anual de 1,000 millones de lempiras, a ser aplicado en por lo menos cuatro años.

La fundamentación de esa cifra de 1,000 millones de lempiras anuales para el rescate pecuario no ha sido explicado, ni puede serlo porque no existe ninguna investigación que establezca, a ciencia cierta, la situación del rubro ganadero y el estado de las fincas, por ahora visiblemente diezmadas.

Como lo hemos venido planteando a lo largo de los últimos 20 años, la ganadería en Honduras ha estado sometida a un desgaste por diferentes vías, principalmente por la inequidad del mercado local, a base de cautividad, pero también por el permanente acoso del Estado a la economía agropecuaria.

Para emprender una investigación para establecer las condiciones en que se encuentra la actividad ganadera, su distribución geográfica, el tamaño y las condiciones del hato a nivel nacional, habría de empezarse con un censo, algo que no se ha hecho desde 1992, o sea 23 años atrás.

No hay, por lo tanto, un estudio objetivo, serio, para hacer un diagnóstico integral que identifique la problemática de la producción ni la incidencia del cambio climático, por ejemplo, y tampoco en relación con el mercado y sus características actuales, vale decir para entrar con pie firme a la formulación de una política de Estado para impulsar y fortalecer la explotación ganadera, en el pasado un renglón estratégico, primordial, de la economía hondureña.

En este sentido, la cuestión del financiamiento es apenas una parte del problema, y de ninguna manera se resuelve echando al aire cifras ocurrentes, cuasi mágicas, como esa de los 1,000 millones de lempiras, adornando esto con el plañidero argumento de que en diez años el hato ganadero se redujo de 2,5 millones de cabezas a 1,5 millones, lo cual, la simple vista indica que ni siquiera se llega a las 800,000 cabezas.

Un financiamiento, de cualquier tamaño que sea, responde al conocimiento real del negocio y de la conformación del mercado, de las consideraciones de riesgo y de la distribución en los diferentes niveles de la inversión. No se trata, pues, de adivinanzas ni de aventurerismo, y precisamente, por la ausencia de investigación y de diagnosis, se hace imposible establecer una política de Estado responsable y consistente. El colapso de la ganadería en nuestro país es resultado del desapego gubernamental hacia esta actividad económica, que, a su vez, ha tenido efectos de irreparable deterioro en la vida rural, generando migración del campo a la ciudad, por un lado, y, por el otro, precariedad y empobrecimiento de la amplia clase media terrateniente, sin duda venida a menos.
Ese es, en bastante medida, un elemento básico de la desarticulación económica y social de Honduras, ahora complicada con las cada vez más distorsionadas cadenas de valor del mercado agropecuario, totalmente inequitativo y en donde el productor lleva la peor parte y el parasitismo de la intermediación y del Estado se hartan con la tajada del león.

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