Redacción. Por motivos de salud, el papa Francisco no pudo terminar su discurso este lunes en el evento que tenía preparado para recibir a miembros de la Conferencia de rabinos europeos en horas de la mañana.
«Buenos días, os saludo a todos y os doy la bienvenida. Gracias por esta visita que tanto me gusta, pero sucede que no estoy bien de salud y por eso prefiero no leer el discurso, sino dároslo y que vosotros lo llevéis», dijo el papa con voz cansada.
Asimismo, el portavoz del Vaticano, Matteo Bruni, declaró que el papa «está un poco resfriado», pero sus «actividades continúan regularmente». Se mantiene, por tanto, la celebración del encuentro con cerca de 7.000 niños de todo el mundo esta tarde en el aula Pablo VI del Vaticano.
Bruni explicó a los medios, que el pontífice «tenía el deseo de saludar individualmente a los rabinos europeos y para ello pronunció el discurso».
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“Ni el terrorismo ni la guerra construyen la paz”
En el discurso que entregó a los rabinos europeos, Francisco hizo mención a que «una vez más la violencia y la guerra han estallado en esa Tierra que, bendecida por el Todopoderoso, parece continuamente opuesta por la bajeza del odio y el ruido fatal de las armas».
Además, mostró su preocupación «por la proliferación de manifestaciones antisemitas» y expresó «firmemente» su condena.
El papa señaló que «en este tiempo de destrucción», «los creyentes estamos llamados, para todos y sobre todo, a construir la fraternidad y a abrir caminos de reconciliación» y afirmó: «Ni las armas, ni el terrorismo, ni la guerra, sino la compasión, la justicia y el diálogo son los medios adecuados para construir la paz».
Por otra parte, abogó por el diálogo con el judaísmo. «Los necesitamos, queridos hermanos, necesitamos del judaísmo para comprendernos mejor a nosotros mismos. Por lo tanto, es importante que el diálogo judeo-cristiano mantenga viva la dimensión teológica mientras continúa abordando cuestiones sociales, culturales y políticas», aseveró.
Finalmente, Francisco instó a los rabinos y demás creyentes a «dar testimonio de su palabra con nuestro diálogo y de su paz con nuestra conducta»: «Que el Señor de la historia y de la vida nos dé valor y paciencia para hacerlo. ¡Shalom!», concluyó.