Redacción. Las autoridades penitenciarias de Honduras desmantelaron este martes varios módulos de lujo construidos de manera clandestina por reclusos dentro de la Penitenciaría Nacional de Támara, situada a unos 25 kilómetros al norte de Tegucigalpa.
Durante una inspección exhaustiva en el área conocida como Módulo de Diagnóstico, se descubrió una puerta oculta tras una pared falsa que daba acceso a espacios exclusivos para reos de alto perfil, conocidos como “toros”.
Estos denominados «toros» disfrutaban de comodidades fuera de lo común en una cárcel. Tenían a disposición camas matrimoniales, aire acondicionado, refrigeradores, televisores plasma, clósets, baños privados, iluminación constante, conexión Wifi e incluso sistemas de sonido envolvente.
Ramiro Fernando Muñoz, presidente de la Comisión Interventora del Instituto Nacional Penitenciario (INP), confirmó en exclusiva para Diario Tiempo que estos módulos habían sido acondicionados y mantenidos sin que el personal penitenciario detectara su existencia, y que se desconocen los mecanismos por los cuales ingresaron los artículos prohibidos.
“Vivían en mejores condiciones que muchas personas fuera de la cárcel, pero eso se acabó”, afirmó Muñoz, quien anunció que se está realizando una investigación profunda para determinar responsabilidades y que los funcionarios involucrados serán sancionados.
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Reubicación de presos
El descubrimiento llevó a la reubicación de cerca de 800 presos hacia otro edificio dentro del mismo penal, con el fin de ejercer un control más riguroso sobre la población reclusa y combatir delitos como la extorsión, que suelen operar desde el interior.
Por su parte, el director del penal, teniente coronel Karllthers Medina, mostró el pabellón desocupado a los medios de comunicación.
Explicó que los internos habían instalado talleres no autorizados dedicados a carpintería, carnicería, fabricación de hamacas, barbería y hasta la cría de tilapias, gallinas y gallos de pelea.
Descontento de los reos
A pesar de estas acciones, algunos internos manifestaron su descontento con el traslado y las nuevas condiciones.
Michel Herrera, preso desde hace 15 años por homicidio, calificó la nueva zona como “una jaula para monos”, criticando el hacinamiento y el calor.
«Esto es una jaula para monos, estos [los funcionarios hondureños] están siguiendo el sistema de El Salvador», añadió el reo, en alusión al gobierno de Nayib Bukele, que mantiene en cárceles de máxima seguridad, bajo duras condiciones, a millas de pandilleros ya 252 migrantes venezolanos deportados por Estados Unidos.
«A Bukele no lo queremos aquí, somos hondureños. Tenemos que tener iniciativa propia, no seguir un modelo pésimo», agregó Herrera.
El problema del hacinamiento y la violencia en las cárceles hondureñas, dominadas por las pandillas Mara Salvatrucha y Barrio 18, sigue siendo una preocupación urgente. Las autoridades califican estos centros como “bombas de tiempo” y redoblan esfuerzos para erradicar privilegios ilícitos y restaurar el orden.
