TEGUCIGALPA, HONDURAS. Lo que parecía un martes para cualquiera para las familias de los dos obreros soterrados este día en la capital, se convirtió en una verdadera tragedia.
Franklin Jossué Arias García de 17 años y Francis Pastor Aguilar Triminio de 32 años salieron desde la mañana a trabajar para llevar el pan de cada día a su casa, sin imaginar que esa sería su última salida.
Seguramente Franklin y Francis jamás se imaginaron que iban a morir de una manera trágica y uno de ellos quizá no tuvo la oportunidad de darle un último beso a sus hijos y a su viejo querido.
Arribando a las 10 de la mañana se mencionaba el suceso de jóvenes soterrados en el sector conocido como Las Tapias, en la zona había bastante humedad por la ruptura interna de las tuberías, lo cual, según expertos, generó el derrumbe.
Familiares sospecharon que se trataba de sus seres queridos, por lo cual se trasladaron hasta el lugar, donde miraron con sus propios ojos una postal inerte de los hombres sin respiración.
«¡Francis, hijo no puede ser, llevame con vos!», exclamaba a la vez que lloraba el señor Santos Raúl Varela, quien miró su hijo sin aliento de vida en una camilla cargada por Cuerpos de Socorro.
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También demás familiares lamentaron la terrible pérdida de ambos, quienes entre llanto, dolor y desmayos pudieron expresar su grande amor, aún sin quererse dar cuenta que jamás los volverán a ver.
El hecho ocurrió cuando ambos albañiles instalaban una tubería donde se originó una explosión y posteriormente un derrumbe, donde fueron soterrados las dos personas. Los dos cuerpos fueron trasladados a Medicina Forense para realizar el respectivo reconocimiento.
“Estamos por determinar si realmente la explosión se dio o no, tenemos personas de materiales peligrosos y no se ha encontrado ningún tipo de gas en el lugar. Posiblemente haya sido una bomba de gas metano guardada o alguna burbuja de gas pero son circunstancias que vamos a determinar en las próximas horas”, dijo el portavoz del Cuerpo de Bomberos Oscar Triminio.
Los hombres quedaron presionados con un tubo y era difícil rescatarlos con vida ya que por cada metro de tierra que les cayó son dos mil libras y estaban bajo diez metros de tierra, manifestó Triminio.
