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jueves, abril 25, 2024

Opinión de Dennis Starkman: Cuando Teníamos una República

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Por Dennis Starkman.-Honduras ha dejado de ser una república y por lo tanto todo ha cambiado. Un gobierno encuentra como fuentes de su poder la legitimidad, el apoyo popular y el apoyo institucional.

En Honduras, el gobierno cuenta con el apoyo institucional para nutrir su poder. En el Poder Legislativo, cuenta con un número de diputados de su mismo partido, a pesar de que es válido dudar de que tiene la cantidad de diputados que le corresponden. Si la OEA y la UE tienen fuertes dudas respecto de la validez del proceso a nivel presidencial, esa duda debe extenderse a los niveles de lo municipal y lo legislativo. Igual con el Poder Judicial. Un pleno escogido desestimando los sistemas de evaluación y de verificación de calificaciones y antecedentes, estableciendo un equilibrio que facilita el cogobierno con elementos del Partido Liberal que desafían sin argumentos válidos las posturas de su propio partido equivale a que los tres poderes del estado no ejercen control de uno sobre los demás, sino que, al contrario, están en terrible contubernio.

El gobierno es ilegítimo porque la reelección sigue siendo un delito, así lo niegue una sentencia emitida por magistrados usurpadores, ilegítimos.  Tampoco tiene el apoyo popular que necesita porque nadie, dentro ni fuera de Honduras, cree que el jefe de estado haya ganado las elecciones. De esa manera le será imposible obtener buena voluntad, cooperación y obediencia de parte de la población, y por lo tanto, cuenta únicamente con el apoyo incierto y nunca garantizado de Estados Unidos, y del uso desmedido de la fuerza contra su misma población.

Así las cosas, Honduras dejó de ser república porque no supo cuidar su democracia. No fue bien educada para comprender las responsabilidades ciudadanas. La cultura política gravita alrededor de figuras mesiánicas, de caciques, que nos salven. Incluso hoy, la gente del Partido Nacional que apoya a Juan Hernández, lo ve como la salvación de sus familias y de sus expectativas personales.

Honduras debe dejar de verse de menos por considerarse insignificante ante Estados Unidos y Europa. Nosotros debemos equipararnos a nuestros pares y superarles. Costa Rica es una constante fuente de recordatorios de que a pesar de no ser perfecta, su democracia funciona porque se evalúa a sus líderes y los corrige en las urnas. Allá el apego a las leyes es una exigencia de todos para todos, incluso de cada uno para sí mismo.

Antes tuvimos una república. La perdimos porque fue gobernada por gente interesada en servirse y no en servir; porque no educó a la gente para elevar sus niveles de desarrollo; y porque sus políticos actuaron como comerciantes de escaso valor que se enriquecen mediante el fraude y la mentira.

Recuperaremos nuestra república únicamente si llegásemos a entender de nuestras responsabilidades como ciudadanos y sobre todo, que el bienestar de la república influye directamente en el bienestar personal nuestro.

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