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viernes, abril 26, 2024

Opinión de Héctor A. Martínez: España vista desde América

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Héctor A. Martínez, sociólogo y escritor

Por: Héctor A. Martínez (sociólogo). –España: quiero pensarte en términos simples, y decirte sin ambages las cosas tal como son, sin subterfugios partidistas y sin emular al fantoche politiquero, de esos que tenemos a raudales por estas Américas. Quiero hablarte sin el ánimo de presunción y perversidad que caracteriza al anárquico posmoderno, ese mismo que piensa que Trump es el demonio apocalíptico,  y que Maduro representa la viva encarnación del arcángel Miguel –barbado y con boina-, perdido, con todo y espada, desde aquel rojo Octubre de 1917. Debo decirte las cosas de frente sin apelar al maldito nacionalismo al que tanto han apelado en vuestro continente, y que ha nutrido el cielo con más almas que las dos guerras mundiales juntas.

Ahora que el vástago catalán, el que presume de un alto nivel de cosmopolitismo, pretende abandonar el terruño bajo la consigna subversiva de que “Espanya ens roba”, no podemos hacer otra cosa que elevar la voz de protesta, para ver si tiene algún efecto disuasivo en el alma separatista de aquel grupito encabezado por el “Lincoln” catalán, de apellido Puigdemont. Y aunque el asunto es meramente español –no catalán, sino español-, pues algo habrá en la sangre que nos incita a meter las narices en lo que no nos importa; pero la verdad es que sí que nos importa porque el problema no es meramente nacional –o nacionalista-, sino también porque sirve de mal ejemplo.

La expansión secesionista podría alcanzar otros lares, a manera de un efecto dominó que excitaría -vaya usted a saber-, las pasiones nacionalistas en flamencos y valones, piamonteses y lombardos, gallegos, vascos, y otro montón de comunidades religiosas, culturales, lingüísticas, económicas y hasta futbolísticas de toda la Unión.

Porque, aquí en América, la separación catalana se aprecia de dos maneras: para los esnobistas que viajan a Barcelona y presumen en el Facebook no significa nada, pero, para los millones que seguimos al Barcelona F.C., el cisma es una tragedia de inconcebibles consecuencias.

Incluso la de olvidar para siempre el “derby” español y, a lo mejor, optar por el Valencia o el Real Madrid. Porque si hacéis el referéndum entre los seguidores del club blaugrana que suman, según dicen algunos, 340 millones alrededor del mundo, terminaremos votando por el “NO a la secesión” de marras que, al final de cuentas, se trata de un mamarracho de nacionalismo, que exhibe la soberbia de algunos líderes que creen que Cataluña es la región más próspera del mundo. Estamos más unidos los barcelonas –que somos un movimiento internacionalista- y que apoyamos, ahora sí, al poder en la Moncloa, aunque se pinte del blanco que tanto detestamos.

Porque, debemos recordarles a los segregacionistas que el poder es uno e indivisible; que la patria es una y que la Carta Magna así lo prescribe. No en balde Lincoln le declaró la guerra a los sureños: la escisión de alguno de los estados en confederación pone en riesgo la supervivencia del organismo total, y provoca un reflujo en el desarrollo de las naciones, cuyos efectos no estimables, por irresponsabilidad y falso patriotismo, resultan muy difíciles de prever. Y por eso se apela a la represión, echando mano de la legitimidad y la legalidad del gobierno central, lo que bien ha hecho Rajoy.

Y como el caos es la constante de nuestros tiempos, Catalunya no se quiere quedar atrás en la moda. En otros tiempos más dorados, el caos era la vívida imagen de la lucha contra la tiranía imperial y la represión autocrática de los despotismos. Se notaba el garbo del héroe ensangrentado. Hoy en día, la rebeldía encaja con la irresponsabilidad de unos mentecatos que, aunque echen por la borda mil años de historia sagrada de una  nación, se acreditan el derecho inapelable de poseer un “calling” divino, exacerbando las pasiones más burdas en  la fanaticada amorfa que termina alzando las consignas de la exclusividad y la superioridad regional.

España: te queremos más fuerte que nunca, eso sí, con ese brío taurino que el mismo Estat Catalá –al igual que las otras regiones autónomas-, te confiere para engrandecer vuestra unidad indivisible. No en balde el “Plus” y el “Ultra” se consignan en tu emblema nacional. Desde aquí queremos cantarte como lo hacía Manolo Escobar, en su pasodoble y con el alma en la mano: “Y viva España”, o bien con la famosa frase del recordado filósofo falangista, Ramiro Ledesma: “Todos los españoles en un mismo frente, sin separatismos”…

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