Redacción. Miles de migrantes se ven obligados a cruzar las peligrosas dunas del desierto de Chihuahua, en la frontera norte de México.
La ruta, que se ha consolidado como una alternativa para evadir los crecientes operativos migratorios implementados por los gobiernos mexicano y estadounidense, representa un grave riesgo para la vida de quienes la transitan.
El migrante Giovanni Alpizar describe los desafíos que enfrenta al intentar cruzar la sierra de Samalayuca. Los 50 kilómetros finales representan un obstáculo significativo para quienes buscan alcanzar la frontera.
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«Por migración (cruzamos el desierto), porque nos detienen, no tenemos permiso mexicano. Gracias a Dios, me ha dado un poco de resistencia el agua y todo”, contó Alpizar. No quiso revelar su nacionalidad y cruzó con otros dos compañeros una zona de 8 kilómetros de dunas bajo una temperatura de 41 grados.
Con esta ruta, el migrante de 32 años esperaba evadir un retén carretero de militares y de agentes del Instituto Nacional Migración (INM) que está 50 kilómetros al sur de Ciudad Juárez, fronteriza con la urbe estadounidense de El Paso.
Peligros que corren los migrantes
El padre Juan Carlos López indicó que las autoridades de ambos países deberían coordinar operaciones humanas para evitar que los migrantes tomen este tipo de riesgos, sobre todo ahora con el verano y las crecidas del fronterizo río Bravo (o Grande) con las lluvias repentinas.
“Es triste ver a personas, a seres humanos, al fin de cuentas hermanos por nuestra condición de humanos, muriendo en estas circunstancias”, indicó el párroco.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) declaró en septiembre pasado a la frontera entre México y Estados Unidos como “la ruta migratoria terrestre más peligrosa del mundo”, con más de 686 migrantes fallecidos o desaparecidos en 2022.
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El sacerdote pidió a las «autoridades, tanto del lado mexicano como del norteamericano, organizar proyectos» y campañas para evitar la muerte de los migrantes.
“Hemos tenido lluvias en las zonas cercanas y eso ha hecho crecer el caudal del río Bravo, lo vuelven más peligroso. Además, el calor en nuestra zona es muy fuerte, entonces en el desierto eso es arriesgar la vida», comentó.
Otro reporte de las autoridades estadounidenses indicó que sólo en las tres primeras semanas de junio, un total de 25 migrantes fallecieron en el desierto por deshidratación o ahogados al intentar cruzar el río Bravo, mientras que otros 35 fueron rescatados de dichos peligros.
