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lunes, noviembre 4, 2024

Mulino visita la selva panameña que quiere cerrar a la migración

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AFP. «Si cierran un lado, se abre otro», dice el venezolano Jeison Chacín tras cruzar la selva del Darién, la peligrosa ruta hacia Estados Unidos que promete cerrar José Raúl Mulino, quien visitó la zona este viernes a tres días de asumir la presidencia de Panamá.

Chacín, de 26 años, relata, como otros migrantes, crudos episodios vividos en la inhóspita jungla: «Vimos un caso donde violaron a una niña de cuatro años y el papá quiso decir algo y le dieron un tiro. Allí pasa de todo».

En busca del «sueño americano», el Darién «es el sueño del infierno», afirmó en el Centro de Recepción Temporal para Migrantes de Lajas Blancas, unos 250 km al este de Ciudad de Panamá.

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Mulino visita la selva panameña que quiere cerrar a la migración
Vista aérea de la Selva de Darién.

Mulino, un abogado derechista de 65 años que tomará posesión el próximo lunes tras ganar las elecciones del 5 de mayo, acudirá al centro de migrantes junto a varios de sus futuros ministros.

En campaña electoral, Mulino prometió «cerrar» el Darién a la migración, aunque luego matizó diciendo que realizaría deportaciones masivas.

«Iniciaremos con ayuda internacional un proceso de repatriación con todo apego a los derechos humanos. Para que sepan (…) los que quisieran venir, que aquí el que llega se va a devolver a su país de origen», aseguró, tras ganar las elecciones.

El pasado 11 de junio, Estados Unidos anunció que extenderá a esa vasta jungla una unidad especializada en el combate al tráfico de personas creada en 2021, y que ha operado en Honduras, Guatemala, El Salvador y México.

Colombia dice «no» al cierre 

Pero Chacín cree que la migración por el Darién «nunca se va a acabar»: «Si cierran un lado, se abre otro, y si cierran el otro lado, se abre otro».

Esta jungla, de 575.000 hectáreas de superficie, en la frontera entre Panamá y Colombia, se ha convertido en un corredor para los migrantes que, desde Sudamérica, tratan de llegar a Estados Unidos en busca de oportunidades de trabajo.

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Mulino visita la selva panameña que quiere cerrar a la migración
Migrantes hacen cola para recibir comida en el Centro de Recepción de Atención al Migrante de Lajas Blancas, en la provincia selvática de Darién.

En Lajas Blancas los caminos son de tierra y los migrantes duermen en barracones de madera, en colchones en el piso y entre ropa tendida. Afuera hay baños comunales junto a un pequeño lavadero y varias duchas improvisadas.

Allí, los migrantes reciben atención médica y servicios básicos por parte del gobierno y distintos organismos internacionales.

Al lugar llegan en viajes organizados en canoa, tras ser detectados por las autoridades panameñas apenas cruzan la selva del Darién, una travesía que les lleva de cuatro a seis días.

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