Honduras.- Cuando José Luis Hernández tenía 17 años, sabía que los migrantes caían de La Bestia y que eran presa de los delincuentes. Pero su desesperación por querer apoyar a sus padres en Honduras, lo llevó a salir rumbo a Estados Unidos con dos playeras, dos calzoncillos y un amigo. Sin embargo, todo terminó en tragedia, en un abrir y cerrar de ojos se encontraba entre los rieles de La Bestia.
El tren le cortó una pierna, también, el brazo derecho y tres dedos de su mano izquierda.
Al respecto, José, relató su lamentable historia: “Sólo sabía lo que uno ve en la tele».
Uno ve «Cómo las personas compran su casa, su carro, y ponen su negocio con las remesas que mandan su familiares de EE.UU. Eso fue lo que me motivó».
“Ya había escuchado del tren o La Bestia, (como le dicen), expresó José.
«Sabía que las personas se caían por cansancio o porque los tiraban, pero nunca pensé que eso me podía pasar”, admite.
“La miseria en la que vivía en El Progreso, Departamento de Yoro, Honduras, me orilló a abandonar a mis padres”.
“Ni siquiera había tiempo de ir a la escuela, sólo estudié lo que en México llaman secundaria”.
«No era fácil ver cómo mi papá, quien se dedica a la carpintería y albañilería, juntaba para la renta de mil 500 lempiras».
«Quería ayudarlo y no podía. A veces no había comida en el refrigerador. Por esa desesperación fue que a un amigo y a mí se nos ocurrió migrar».
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“En mayo de 2003, a pesar del llanto de mis padres, quienes me pedían que no me fuera, emprendí el viaje», recordó
Se marchó «Con dos mil lempiras (mil 600 pesos mexicanos)”.
“Llegué en autobús a Guatemala, donde la policía me extorsionó. Para cruzar la frontera con México, subí a una balsa y pagué 10 pesos. Ahí comenzó mi pesadilla».
“En Chiapas, nos asaltaron a mí y al grupo de migrantes con el que viajaba. Nunca supimos si eran Maras o policías, pero andaban bien armados. Nos hicieron que nos quitáramos la ropa para ver si no traíamos dinero escondido”.
La desgracia llego
“Antes de abordar el último ferrocarril de Torreón a Ciudad Juárez, me tomé un descanso. Dormí en un albergue sin saber que la mañana siguiente mi destino cambiaría».
«Al llegar a Delicias, en Chihuahua, me desmayé y caí. La Bestia, primero me arrastró, me mutiló la pierna. Quise rescatarla y me cortó el brazo derecho y luego parte de mi mano izquierda. Un hombre que pasaba por ahí fue quien me ayudó, llamando a la Cruz Roja”.
“A los dos días supe de mi condición y hubo momentos en que deseé no haber vivido. No obstante, a fuerza de voluntad, la creencia en Dios y el apoyo de mis padres, pude salir adelante».
«Para venir a México, mis papás vendieron un terreno que tenían, y a los 20 días ya estaban aquí consolándome. Mientras mis tres hermanos, de 13, 15 y 20 años, a duras penas sobrevivían”.
José Luis volvió a su país natal, y tras un mes sin salir de su casa, decidió hacer algo.
Fundación:
Junto con otras 30 víctimas fundé la Asociación de Migrantes Retornado con Discapacidad (Amiredis), que ahora presido.
Es difícil ver la miseria en que viven muchos y es lo que me da más tristeza, pero juntos vamos a salir adelante y ayudar a quienes sufren como nosotros”, señaló José Luis, quien vive de las donaciones de las charlas que da.
Fuente: TVNotas