Redacción. La ciencia sigue avanzando con investigaciones para poder dar respuesta a preguntas como ¿qué se siente? o en ¿qué se piensa? antes de la muerte, un misterio que ha existido desde hace siglos.
Expertos han llegado a conclusiones que muestran detalles de lo que ocurre con el cerebro humano durante los últimos momentos de vida. El instante de la muerte de un humano es siempre un completo misterio. Nadie conoce a cabalidad la fecha ni la hora en que la existencia terrenal terminará.
Pese a que no se conoce de manera exacta lo que ocurre en ese momento, se han revelado detalles.
Actividad del cerebro
Antes se pensaba que el cerebro se apaga al mismo momento que el corazón deja de latir, pero no, no es así. Un estudio que se realizó en 2023 con ratas mostró que su órgano experimenta un aumento de actividad luego de sufrir el paro cardíaco.
Otro reciente análisis registró actividad cerebral en una persona al momento de su muerte. Se observaron que 30 segundos después de su último suspiro se produjo un aumento de ondas cerebrales conocidas como «oscilaciones gamma».
Dichas ondas están asociadas con funciones cognitivas sofisticadas como soñar, meditar, concentrarse, acordarse de algo y procesar información. El estudio determinó que el cerebro permanece activo tras la muerte.
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Cercanos a la muerte
Muchas personas han estado al borde de la muerte, pero las han logrado reanimar. En algunos casos aseguran que experimentaron «vivencias cercanas a la muerte». Un estudio reciente mostró que hasta un 20% de los que sobreviven a un paro cardíaco perciben esta situación.
Entre las experiencias más comunes que se reportan es la sensación de separarse del cuerpo, ver la luz al final del túnel, sentimientos de paz y tranquilidad. A esto se le suma encuentros con familiares ya muertos y ver momentos importantes de vida.
A criterio de los expertos, estas vivencias serían producto de la actividad cerebral en los últimos momentos. Entre ellos: la falta de oxígeno y los cambios químicos en el cerebro.
También los hallazgos sobre la actividad de las ondas gamma en el cerebro junto antes de partir serían clave para poder entender las vivencias cercanas a la muerte. Es decir, no sólo son fenómenos subjetivos, sino que se pueden explicar con la ciencia.
Sensores del cerebro
Por otro lado, un estudio de la Universidad de Míchigan, Estados Unidos. registró actividad en el cerebro de cuatro personas al momento de su muerte. En dos de ellos se detectó justo después de que les quitaron el soporte vital, ya que aumentó el número de latidos al corazón e incrementó la actividad de las ondas gamma en la corteza somatosensorial.
A esta zona se le denomina «zona calientes de los correlatos neuronales de la conciencia» y se ubica en el inicio de la parte posterior del cerebro. La misma está relacionada con los sueños, alucinaciones visuales y los estados alterados de la conciencia.
¿Hay dolor?
Los expertos señalan que es poco probable que el humano sienta dolor al momento de su muerte. Esto se debe a múltiples factores fisiológicos y neurológicos que ocurren en la etapa final de la vida.
Un estudio que no aborda precisamente el proceso de la muerte indica que el sistema nervioso procesa el dolor y como ciertos cambios del cuerpo pueden alterar la experiencia.
El cerebro libera sustancias químicas que ayudan al cuerpo a sentirse en paz. Entre ellas están la noradrenalina y la serotonina, moléculas son hormonas y neurotransmisores. Cuando se liberan pueden evocar emociones positivas y alucinaciones, reducir la percepción del dolor y promover la sensación de calma y tranquilidad.
Asimismo, cuando se está cerca de la muerte, las personas pueden ser poco sensibles y es debido a que el cuerpo se empieza a apagar y el dolor es menor. A su vez desaparecen los sentidos, primero el hambre y sed, luego el habla y visión y por último el tacto y el oído.
Una muerte tranquila y digna
Más allá de la respuesta científica, las conclusiones tienen importantes implicaciones éticas y médicas. Entre ellas comprender lo que pasa con el cerebro en los últimos momentos de vida. Esta situación ayuda a mejorar los cuidados paliativos y asegurar una muerte tranquila y digna.
Pese a que los estudios son preliminares, dejan una importante lección y es aprender a valorar y vivir cada momento, ya que no se sabe cuando será la hora de partir y tal vez allí haya un viaje por los recuerdos.