Redacción. En cada trazo de máquina, en cada degradado y en cada conversación que mantiene con sus clientes, Luis Eduardo Sánchez García no solo ofrece cortes de cabello, sino historias, confianza y un ejemplo de cómo los sueños sí se cumplen cuando se tiene fe, disciplina y constancia.
Nacido en Tegucigalpa, Francisco Morazán, hace 28 años, Luis, conocido como «Yaya», reveló en exclusiva para Diario Tiempo que vivió hasta los 21 en la colonia Treinta de Noviembre, un humilde barrio de la capital hondureña.
Allí, entre calles empinadas, vecinos solidarios y muchas veces bajo la sombra de la necesidad, comenzó a forjarse el carácter de quien hoy es reconocido en Tarragona, España, como un barbero profesional y ejemplo de superación.
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“Mi historia comenzó de forma sencilla, cortándole el pelo a mis amigos, casi como un juego”, recuerda Luis con una sonrisa. Pero fue en el Instituto Nacional de Formación Profesional (INFOP) donde la pasión tomó forma. “Allí hice un curso gratuito. Aprendí desde las técnicas básicas hasta la importancia de la higiene y el trato al cliente. Eso me marcó”.
En busca de un sueño
Después de emigrar a España hace seis años, la historia no fue color de rosa. Como muchos migrantes, inició de cero. “Comencé cortando el pelo a familiares y amigos. No tenía mucho, pero sí las ganas”, confiesa con orgullo este joven barbero.
Su talento no pasó desapercibido, y con el tiempo se le abrió una puerta en una barbería. Sin embargo, su visión siempre estuvo clara: quería su propio espacio, su estilo, su marca.
Luis supo que había llegado el momento cuando su cartera de clientes creció gracias al buen trato, la puntualidad y, sobre todo, a su capacidad de interpretar lo que sus clientes querían. Fue entonces cuando decidió abrir su propia barbería.
“El miedo siempre está, sobre todo cuando nadie cree en ti al principio. Pero cuando eres constante, los resultados llegan”, manifestó.
Barbería de «Yaya»
Hoy, su barbería en Tarragona no solo es un lugar de corte y estilo, sino también un rincón de confianza, donde muchos latinos —en especial hondureños— se sienten como en casa. “Me gusta que se sientan bien, que no solo salgan con un buen corte, sino que se vayan con la autoestima alta”.
Luis tiene claro que el éxito no es suerte. Se ha forjado a base de sacrificios, largas jornadas, capacitación constante y mucha fe. “Siempre me he mantenido al día con las tendencias, estudiando nuevas técnicas. Me inspiro en el estilo urbano, sobre todo en los desvanecidos. Crosty, un amigo y colega, fue quien primero creyó en mí y me inspiró mucho”.
Además de ser reconocido por su estilo pulcro y moderno, sus clientes lo definen como alguien confiable, respetuoso y apasionado. “Luis no solo te corta el pelo, te escucha, te da consejos y siempre te recibe con una sonrisa. Se nota que ama lo que hace”, dice uno de sus clientes habituales.
Pero este joven no se conforma. Tiene una meta clara: crear una escuela profesional de barbería en Tarragona. “Quiero ayudar a otros como a mí me ayudaron. Hay mucho talento allá afuera que solo necesita una oportunidad”.
A pesar de estar lejos, Honduras sigue latiendo en su corazón. “Siempre llevo a mi país conmigo. Lo que soy se lo debo a mi tierra, a mi gente, a la lucha diaria de quienes no se rinden”.
«Nunca dejes de soñar»
A los jóvenes que sueñan con ejercer un oficio, Luis les envía un mensaje claro: “Si sienten amor y pasión por algo, háganlo con disciplina. Nada llega de la noche a la mañana, pero todo es posible si le ponen fe y trabajo constante. Nunca dejen de creer”.
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En tiempos donde las historias de esfuerzo suelen perderse en la rutina, el testimonio de Luis García es una bocanada de esperanza. Un catracho ejemplar que nos recuerda que soñar en grande no tiene fronteras, y que las tijeras y la máquina pueden ser más que herramientas: pueden ser la clave para cambiar vidas, empezando por la propia.
Dato: Hoy en día, Luis «Yaya» afirma que es lo que es gracias a la crianza y los valores que le inculcaron sus abuelos.
Frase: «Sigue tu pasión, prepárate para trabajar duro y sacrifícate y sobre todo no dejes que nadie limite tus sueños».