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viernes, abril 26, 2024

La propuesta

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Como obra de teatro, pero inconclusa, ha quedado el “diálogo” nacional montado por el ciudadano presidente Juan Orlando Hernández, que ahora aparentemente se apresta su final en la sede de la OEA, en Washington, con la firma, de alguna manera unilateral, de un acuerdo de asistencia del Centro de Justicia de las Américas (CEJA).

Acuerdo unilateral, diremos, porque su base sería el Diagnóstico-Propuesta elaborado por el “facilitador” de la OEA John Biehl del Río y su equipo asesor, aprobado rápidamente por el Ejecutivo (“no hay tiempo que perder”, dice Biehl) y cuestionado de plano por la Oposición Indignada y los partidos adversos al régimen, sin que se lograra siquiera la instalación de una mesa de diálogo abierta, amplia y comprensiva, que suponía, en este caso, la facilitación internacional.

Se ha buscado dar la impresión a última hora de que las aproximaciones individuales del “facilitador” y su comparsa diplomática con la oposición política, para la preparación del “diálogo” nacional, constituyó el diálogo mismo. Un juego de manos, por arte de birlibirloque, para imponer la apropiación legalista de la representación colectiva por parte del Ejecutivo, base de su autoritarismo.

Eso lleva a la conclusión objetiva de que el Diagnóstico-Propuesta fabricado mediante la “facilitación” de la OEA, con calculado apoyo de Naciones Unidas (ONU), es una instrumentación de la alternativa oficial nominada Sistema Integral Hondureño de Combate a la Impunidad y Corrupción (SIHCIC), ruta de escape a una verdadera y efectiva aplicación judicial y del Ministerio Público para combatir la corrupción pública y privada, “caiga quien caiga”, bajo jurisdicción y control internacional, por ejemplo la reclamada CICIH.

Vemos en todo esto, de manera práctica incontestable, una de las cuestiones fundamentales de la crisis política hondureña, que, necesariamente, engloba lo económico, social y cultural, vale decir en lenguaje actualun desafío “biopolítico”. Se trata, precisamente, de la crisis de representación, del problema de la representatividad en la construcción de la armonía social y la gobernabilidad democrática.

Los sociólogos políticos conocen, desde tiempos de Max Weber (1864-1920), la naturaleza y composición de la representación en la sociedad, que se configura en apropiada o feudal cuando uno o un grupo se apropia de la representación, se adueña del Estado-nación, ignorando la representación vinculada, proveniente de todos los miembros de la sociedad, fundamentalmente democrática, que en Honduras actualmente corresponde a la Oposición Indignada y se manifiesta en las “marchas de las antorchas” con su demandas específicas, compartidas e irrenunciables.

El trabajo de la OEA/ONU supuestamente para viabilizar el desarrollo democrático y combatir la corrupción e impunidad en Honduras se quedó, ya lo dijimos en comentarios anteriores, a mitad de camino, en la Casa de Gobierno, al gusto y conveniencia del ciudadano presidente. El diálogo verdadero, el diálogo vinculante, nunca tuvo lugar.

No hubo parto dialogal: el Diagnóstico-Propuesta de la OEA es, posiblemente, un canto del cisne…

 

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