Redacción. Tras la ceremonia de toma de posesión de Donald Trump, el evento no solo marcó el regresó a la Casa Blanca del mandatario, sino también a un vehículo emblemático: la limusina presidencial conocida como «La Bestia».
Esta fortaleza sobre ruedas, que garantiza la máxima seguridad, lleva el sello de Cadillac. General Motors construyó estos modelos a medida. Con esto, se consolida una relación que lleva más de un siglo con la presidencia de Estados Unidos.
La historia de Cadillac con la Casa Blanca comenzó en 1919, cuando el presidente Woodrow Wilson viajó en una limusina Cadillac Serie 53. Esto ocurrió durante un desfile en Boston para celebrar el fin de la Primera Guerra Mundial.
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Aunque otros automóviles también fueron utilizados, la marca Cadillac ha sido una constante en la historia presidencial, destacando dos modelos descapotables, apodados «Queen Mary» y «Queen Elizabeth». Estos transportaron a presidentes como Roosevelt, Truman y Eisenhower desde 1938.
Alta seguridad
En 2001, el término «La Bestia» fue utilizado por primera vez para describir el automóvil de alta seguridad utilizado por el presidente George W. Bush. Esta limusina fue diseñada y fabricada a medida por General Motors, cumpliendo con los estrictos requisitos del Servicio Secreto de EE. UU.
En 2009, una versión rediseñada, el «Cadillac One», debutó con Barack Obama. Por su parte, Trump se conducirá en la versión actual, inspirada en el Cadillac CT6.
Trump, un reconocido aficionado a los vehículos Cadillac, ha mencionado en varias ocasiones la afinidad de su familia por esta marca. En un discurso en Michigan, el presidente compartió que su padre, Fred Trump, consideraba al Cadillac un símbolo de lujo y estilo.
«Aprendí mucho de él, y le encantaba Cadillac», afirmó Trump, quien siempre ha destacado su amor por estos autos.
