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viernes, mayo 10, 2024

EUA: Hermanas desplazadas por violencia no podrán conseguir asilo

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ESTADOS UNIDOS. En los últimos días las autoridades norteamericanas ordenaron a los jueces de migración desestimar el huir de las pandillas y la violencia doméstica como motivos válidos para que ese país otorgue asilo a los migrantes desplazados por la violencia.

Esa decisión afecta a muchos centroamericanos. En especial a dos hermanas hondureñas sentenciadas a muerte por las maras en el país.

De acuerdo a un reportaje elaborado por la cadena Univisión dichas hermanas sobrevivieron persecución y secuestro en Honduras. Y, cuando finalmente iban a solicitar asilo, Estados Unidos, invalidó la violencia de las pandillas como motivo para otorgarlo.

En ese sentido, antes de intentar entregarse en la garita de Otay en California, Nelly y Stefani. Esos no son sus nombres verdaderos. Hablaron con Univisión Noticias sobre la violencia de la que tuvieron que huir del país.

Al igual que otros muchos hondureños, las hermanas fueron desplazadas por la violencia criminal que impera en el país.

De acuerdo al testimonio brindado por las catrachas, las maras quisieron reclutar a la fuerza a su hermano menor.

«Le dijeron que para incorporarlo, tenía que asesinar a unas personas. Pero él les avisó a esas personas para que huyeran», contó Nelly a Univisión.

Asimismo, dijo que los pandilleros no perdonaron a su hermano, quien decidió huir y tratar de llegar Los Ángeles. Allí buscaría la protección de una tía de ellos. Sin embargo, el joven de 22 años desconocía que podía pedir asilo y fue detenido por la patrulla fronteriza.

Lo anterior, al intentar cruzar la frontera en California. De igual forma el relato establece que sin pruebas del peligro que corría el muchacho, fue deportado a Honduras.

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Mataron a su hermano y a su tío

“Por un tiempo, la familia lo ayudó a esconderse. Mi hermano por temporadas vivía en diferentes lugares. Pero siempre daban con él. Así que decidió volver a la casa en San Pedro Sula. Allí una tarde los mareros entraron armados. Y, lo hicieron salir para matarlo frente a mis familiares”, relataron las hermanas.

La misma suerte corrió su  tío, quién indignado por la muerte de su sobrino decidió denunciar a los antisociales.

Días después de la muerte del joven, el tío de las muchachas acudió a denunciar el asesinato a la policía. Pues él conocía a los presuntos asesinos.

«Pero en menos de una hora los pandilleros ya sabían quién los había denunciado. Y, también lo que había dicho, porque la policía está coludida con las maras”, contó Nelly al medio internacional.

Como si la historia se repitiera, los mareros se ensañaron al matar en represalia al tío. La familia consideró que fue un escarmiento y mensaje para los hermanos más pequeños. De que no estarían a salvo excepto si se unían a la pandilla.

A las hermanas, los pandilleros apenas dieron tiempo suficiente para recoger los cuerpos de sus familiares en Medicina Forense.

Sin poderse quedar en el velorio, a las hermanas tenía 24 horas para huir de San Pedro Sula. Sin embargo, minutos más tardes, los antisociales les redujeron el plazo a cuatro horas.

«Salimos con lo menos que pudimos.  Nunca habíamos salido de Honduras y no sabíamos qué iba a pasar», recordó Nelly.

Cuando veían que podrían conseguir asilo, la oportunidad se les esfumó

Posteriormente, cruzaron Guatemala y el 19 de marzo entraron a territorio mexicano. Por allí viajaron con una visa hasta aproximarse a la frontera de Arizona, en el norteño estado mexicano de Sonora.

La mala suerte las perseguía y en ese estado mexicano un grupo delictivo las secuestró.

Por varios días, la organización delictiva las mantuvo encerradas. Ambas, por teléfono, reunían dinero con su familia en Honduras y su tía en Los Ángeles para pagar el rescate.

El testimonio de las hondureñas establece que el dinero finalmente fue entregado, pero aun así los secuestradores las mantuvieron cautivas.

 «No nos tocaron, no abusaron de nosotras, pero casi no comíamos ni dormíamos. Y, no podíamos comunicarnos con nadie», explicó Nelly.

Las hermanas revelaron que en un descuido de los secuestradores, lograron escapar.

En su camino a la frontera de California lograron unirse a la Caravana de Migrantes. Como se recordará dicha caravana atravesó México y llegó a Tijuana en mayo.

Desde ese entonces han permanecido en un refugio a la espera de la mejor oportunidad para entregarse a solicitar asilo.

El viernes pasado era, según habían planeado, el mejor momento. Eso, para caminar a la garita de Otay a entregarse para finalmente solicitar el beneficio.

No obstante, su abogada les pidió que aguardaran unos días más. Lo anterior, para dar tiempo para conseguir una prueba más que afiance su caso.

Ese retraso pudo haber salvado a las hermanas. El lunes pasado el procurador general Jeff Sessions ordenó que los jueces de migración desestimar el huir de las pandillas y la violencia doméstica como motivos válidos para que Estados Unidos otorgue asilo.

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